No ha programador
Hace unos días se preguntaba un lector de EL PAÍS: ¿quién programa?, haciendo referencia a La 2 de TVE. Si la pregunta hubiera ido dirigida al Defensor del Lector, quizá habría tenido respuesta, pero el ente público -al contrario que otros medios serios de comunicación- no posee tal figura.Sin embargo, yo sufrí la noche del miércoles 21 una revelación y ya le puedo contestar. Sucedió mientras esperaba la emisión de la película de los hermanos Coen Barton fink, que no he podido ver en el cine porque no lo hay en el pueblo donde vivo. Me enteré el día anterior en la misma cadena por un espacio de autopromoción y lo verifiqué en un diario de nuestra provincia el mismo día. Todo indicaba que comenzaría a las 22.30. Incluso me preparé durmiendo una siesta y tomando un café para estar bien despierto, pues he de levantarme a las seis de la mañana. Todo fue inútil. A las 23.15, rabioso, me marché a dormir. Como viene siendo habitual, se había interpuesto un partido de fútbol. Entonces lo tuve claro: ¡en La 2 de TVE no hay programador! Independientemente de que alguien cobre un sueldo por tal cometido, sólo así se pueden explicar tamaños desajustes, mejor, faltas de respeto al espectador: las emisiones más interesantes se producen a horas intempestivas, los programas diarios desaparecen y sólo vuelven a aparecer cuando no se interpone la retransmisión de un evento multitudinario, las noticias cambian caprichosamente su hora de emisión a merced de lo que vaya surgiendo, etcétera.Así es que lo que hay que pedir a TVE es que contrate a un programador. Y que respete después sus decisiones, claro.
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