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EL BARCELONA, EN SU MOMENTO DECISIVO

Día de locos

Las negociaciones fueron un espectáculo en plena calle de Urgell

Estaban muy cerca y no dudaron en salir a la calle y sumarse a la fiesta. Pasaba de la una de la madrugada del martes y, de pronto, un grupo de estudiantes de la Ramon Llull, cuya residencia está próxima a la calle de Urgell, se enfundaron camisetas de su equipo, a rayas azules y negras, y decidieron liarla. Esgrimiendo una Copa obtenida por su triunfo en la liga de fútbol universitaria, empezaron a cantar y dar botes al son del Submarino amarillo de los Beatles: "¡Núñez, fichanos; Núñez fíchanos; Núñez, fíchanos"!. Fue el delirio tras cinco horas de conversaciones entre el presidente azularana y los agentes de Ronaldo, reunidos para entonces en un despacho. Nadie imaginaba que las negociaciones se prolongarían un día entero en primera instancia y que iban a reabrirse hoy miércoles tras darse por cerradas. La céntrica y transitada calle de Urgell acabó pareciendo un zoo.Más de 60 periodistas se agolparon en la noche del lunes al martes frente a las oficinas del despacho de Núñez. Decenas de informadores empezaron a intervenir en los espacios deportivos de medianoche. La noche estaba servida. Fueron primero los futbolistas; después un grupo de estudiantes que abandonaron la biblioteca y quisieron ver cómo se hacía el directo del programa 100 x 100 futbol desde la calle. Como Cándid Granés, que abandonó un rato los libros para celebrar su 20º cumpleaños saludando a través de una cámara. Los espontáneos, ávidos de vivir la radio en directo, se multiplicaron. Y entre ellos Quimet, un conocido seguidor del Espanyol, que no lanzó precisamente lindezas al Barça.Varias vecinas, ataviadas en los balcones con sus batas de boatiné, seguían la escena. No debía de ser fácil dormir con tanta jarana. Dos patrullas de la Guardia . Urbana aparecieron, amenazantes, por dos veces. "No pasa nada. Ya hemos habilitado un carril... ¿Quejas? Sí, hemos recibido algunas, pero ... ¿ha renovado?", se apresuró a preguntar el agente. Y luego lanzó un guiño de complicidad: "No pasa nada por esas vecinas... Seguro que están en el balcón para ver a Ronaldo".

Hacia las dos de la madrugada apareció Núñez al pie de las escaleras del edificio de oficinas. Un anfiteatro de cámaras, micrófonos y.jirafas le rodeó. Imposible escuchar nada.Y menos cuando Quimet vociferó en clara alusión a Núñez: "Cigronet! Petitó!". " ¡Suelta la pasta!", terciaba otro. Periodistas italianos ya veteranos, consternados, decían incrédulos: "Esto no pasa ni en Italia". No faltó de nada ni nadie. Ni las peleas a voz en grito entre el insaciable Quimet y un corrillo de aficionados del Barça, ni los cacos que aprovecharon los despistes para sustraer algún chubasquero. Tras parar para dormir, la reunión prosiguió a las 10.30 de la mañana de ayer. Núñez citó a los agentes otra vez en su despacho. De nuevo las cámaras, los directos y un venerable anciano de 82 anos, socio desde hace 40, que se sumó a la espera. Apareció entonces una grúa para colmo de males de quienes tenían que intervenir en directo. La historia parecía haber acabado a las 16.00 horas. Núñez, que había renunciado a las magníficas instalacIones del Camp Nou, abrió entonces las puertas de una confortable sala de conferencias, donde anunció que Ronaldo se quedaba. Pero luego resultó que no era así. Esta mis ma madrugada, la jarana volvía a apoderarse de la calle Urgell.

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