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'Farsa' alarma

Cerca de 1.000 personas participan en un simulacro de catástrofe ferroviaria organizado por el Ayuntamiento

Hollywood en Cuatro Vientos. Cerca de 1.000 personas participaron ayer en el simulacro de catástrofe organizado por el servicio de ambulancias municipales (Samur) en un escenario de película, montado en la estación del Regimiento de Ferrocarriles número 13. El, propio alcalde, José María Alvarez del Manzano, puso fin al supuesto desastre: activó, con poco éxito, una voladura controlada. "Como no tengo alma de terrorista, no ha funcionado muy bien el explosivo", ironizó.Pero no fue un atentado, ni un accidente aéreo, como otros años. Esta vez, el Samur eligió otro supuesto para fingir la catástrofe y actuar frente a ella: el choque de dos trenes, uno de pasajeros y otro cargado con una mercancía peligrosa, ácido clorhídrico. Una hipótesis nada descabellada. "Los trenes con materiales peligrosos suelen viajar por la noche y coinciden en ocasiones con los trenes de viajeros", explicaron en Renfe.

Como en el cine

"A lo mejor es técnicamente imposible que Pase una cosa así, pero desde el punto de vista cinematográfico nos hemos concedido muchas licencias para implicar más a la gente y darle más vistosidad", señalaba el portavoz del Samur, Emilio Benito. Lo decía poco antes de que comenzara la catástrofe-espectáculo, en cuyo montaje había participado el experto cinematográfico Reyes Abades, ducho en efectos especiales. "Para accidentes pequeños ya tenemos recursos. Para estar entrenados en los grandes necesitamos ciento y pico víctimas", añadía otro portavoz del Samur, Leopoldo Herraiz.El inicio, previsto para las once en punto, se retrasó en casi un cuarto de hora porque el alcalde llegó tarde. No fue ninguna catástrofe: se esperó a la autoridad, aunque los falsos pasajeros tuvieran que prolongar su encierro en el tren. Todos estaban listos: voluntarios de Protección Civil, trabajadores del Samur, bomberos, policías nacionales y municipales, guardias civiles, militares del Ejército de Tierra. Helicópteros, ambulancias públicas y privadas, y hasta dos furgones de la funeraria semipública. Las empresas privadas participantes merecerían luego, y por megafonía, abundantes referencias.

El escenario de la catástrofe no dejaba lugar a dudas: la locomotora de un tren de pasajeros encaramada sobre un vagón de mercancías. De los dos coches de viajeros uno permanecía horizontal y otro volcado. Los dos vagones del mercancías se repartían los papeles de la misma manera.Acción. El ruido de un tren circulando deja paso a un estallido. Gritos, explosiones, fuego. El jefe de estación da aviso del siniestro. Los primeros coches de bomberos tardan escasos minutos: están en el recinto, ajenos a los atascos cotidianos. A continuación llegan las ambulancias del Samur. Los heridos reciben la primera atención sanitaria mientras los bomberos, ataviados con trajes especiales, atajan la fuga de clorhídrico, en realidad agua teñida con un gel verde. Media hora después de ocurrido el siniestro acuden el teniente de alcalde y los concejales de Sanidad y Bomberos. Son los de verdad.

El laberinto de sirenas y helicópteros, que evacuan a los heridos hacia el hospital militar Gómez Ulla, se prolongará durante una hora. La tarea es mucha. De los 120 supuestos afectados por el choque, 8 mueren, 23 están muy graves, 30 graves y 36 leves. Salen ilesos 23.

Con las víctimas trasladadas y atendido "un perro incontrolado" -así lo presenta la megafonía- por el Centro de Defensa del Animal del Ayuntamiento de Madrid, llega el momento de retirar los trenes.

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Mientras, los técnicos municipales investigan el estado de la estación -un decorado- frente a la que se produjo el choque. Determinan que debe ser demolida con 15 kilos de goma 2, una carga "de gran poder rompedor capaz de provocar el colapso del edificio", según anuncian los altavoces. Añaden que el alcalde tendrá "el placer de la detonación": será él quien active el explosivo. Un estallido sonoro pero poco eficaz el del regidor. El decorado seguirá en pie hasta que se derribe tirando con cuerdas. "Es extrañísimo esto de hacer de terrorista, aunque sea sólo unos minutos", bromeaba luego Álvarez del Manzano.

Pero el alcalde estaba contento. "Esto es una buena demostración de que una emergencia está suficientemente cubierta. La seguridad de la ciudad está por encima de todo", señalaba.

Ausencia regional

El delegado del Gobierno, Pedro Núñez Morgades, también valoraba la exhibición. Y quitaba hierro a la ausencia casi total de organismos de la Comunidad de Madrid: "La coordinación entre administraciones es continua y permanente".La simulación de ayer, que clausuró las VI Jornadas Municipales Sobre Catástrofes, costó "cero pesetas" a las arcas municipales, según el Samur: todo fue aportación voluntaria.A la una de la tarde, tras hora y media de simulacro, Cuatro Vientos perdió su aire provisional de catástrofe.

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