_
_
_
_

Prisión incondicional en Madrid para el ex fiscal mexicano Chapa a la espera de su extradición

Javier Moreno

Pablo Chapa, el ex fiscal mexicano que acusó de asesinato y envió a la cárcel a Raúl Salinas, hermano del ex presidente de México Carlos Salinas, rompiendo un tabú en la política del país americano, se halla en una prisión española tras ser detenido el viernes por la noche en Madrid. En menos de dos horas, un juez de la Audiencia Nacional dictó ayer prisión incondicional para quien dirigió (y emborronó) las pesquisas sobre los dos crímenes que sacudieron México en 1994, el del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y el del político José Francisco Ruiz Massieu. Su país pide ahora su extradición bajo la acusación de falsificar pruebas y sobornar testigos en ambos procesos.

Más información
El fino olfato del inspector o el cazador cazado

Bajo la dirección de Chapa, la investigación de los asesinatos de Colosio y del secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Ruiz Massieu se convirtió en una tragicomedia que causó un daño irreparable a la justicia mexicana.Por la muerte de Ruiz Massieu, el ex fiscal encarceló a Raúl Salinas, levantando en todo el país enormes expectativas de que la impunidad de que tradicionalmente disfrutan en México los ex presidentes y sus familias había terminado. Pero más de un año después, Chapa no había presentado todavía pruebas sólidas contra Salinas.

La caída fue destemplada. En octubre pasado, Chapa descubrió unos restos humanos en una finca de Salinas con los que pretendía demostrar la culpabilidad del hermano del ex presidente. Pero, ante los ojos atónitos de todo el país, las pruebas forenses revelaron días después que se trataba del esqueleto de un familiar de una vidente a sueldo de Chapa, que había sido sembrado en el jardín de Salinas con el propósito de inculparle y que todo parecía un gigantesco truco del fiscal, acostumbrado durante años a falsificar pruebas sin cortapisa alguna. El escándalo le costó el cargo a su jefe, el procurador general de la República, y Chapa, destituido poco después por el presidente Emesto Zedillo en persona, se esfumó.

Hasta el viernes. En una operación "discreta", según fuentes en Madrid de la Procuraduría General de la República mexicana (fiscalía y Ministerio de Justicia a la vez), agentes de la policía española, vestidos de paisano, detuvieron sobre las diez de la noche, a la salida de un restaurante de la céntrica calle de Goya, al ex fiscal, a quien venían vigilando en las dos últimas semanas. La policía española ha confirmado el relato a grandes rasgos.

Chapa había llegado a España hace unos 40 días, según las mismas fuentes, que explican que, a juzgar por sus pautas de conducta (frecuentes contactos con un primo suyo residente en las cercanías de Madrid, salidas a cenar en público, etcétera), el ex fiscal planeaba quedarse en España una temporada. Un par de veces en ese tiempo, la policía española le ha tenido al alcance de la mano sin llegar a detenerle. El viernes por la noche, cuando finalmente se produjo el arresto, Chapa llevaba bigote y perilla (restos de la barba con la que salió de México, según las fuentes consultadas), y no portaba ninguna identificación oficial. En su vivienda la policía se ha incautado de abundante documentación.

México tiene ahora 45 días para presentar los cargos en los que basa la solicitud de extradición. Básicamente, se acusa a Chapa de sobornar a testigos (también en la otra instrucción a su cargo, la de Colosio), falsificar pruebas y violar las leyes sobre inhumaciones y exhumaciones. Esto último por el macabro trasiego de restos humanos con el que trató de inculpar a Raúl Salinas y que, reproducido en las televisiones de medio mundo, contribuyó a asentar las dudas sobre el sistema judicial mexicano.

Ante el juez, Chapa pidió ayer la libertad bajo fianza. Fuentes oficiales mexicanas resaltaron que la detención se produce en un buen ambiente de colaboración entre México y España, a raíz de la reciente modificación del tratado de extradición bilateral y de los últimos golpes de la policía azteca a la colonia de etarras radicada en aquel país.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_