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Sonidos resucitados

La voz de cantantes fallecidos podrá ser clonada gracias a nuevas técnicas de computador

La gloria de María Callas llegó demasiado pronto para el mercado discográfico. Otros monstruos de la canción, como Elvis Presley, o el rey del reggae, Bob Marley, murieron antes de que sus respectivas casas discográficas hubieran exprimido hasta el final el potencial comercial de sus voces. Ocurre con espantosa frecuencia que los cantantes desaparecen del mapa sin haber proporcionado los dividendos esperados a sus herederos o a la industria del disco. Todo eso puede acabar, sin embargo, si el invento de un investigador de 29 años de la Universidad de Oxford termina por cuajar. Ken Lomax, que así se llama nuestro hombre, estudiante de fonética en el Saint Hugh's College, presentó hace unos días, en la Feria Musical de Londres, un computador llamado Cecilia, que puede clonar la voz de las es trellas de la canción y obligarlas a cantar melodías- que jamás en vida soñaron con interpretar. La base científica de Cecilia es similar a la que usan los técnicos de efectos especiales para introducir en una película de hoy a un actor desaparecido. En este caso, se trata de recoger muestras de los impulsos eléctricos de la voz del cantante elegido, copiarlas y trocearlas para sintetizarlas luego en diferentes escalas gracias al computador. De momento, las únicas pruebas de la capacidad de Cecilia son las aportadas por Lomax en la feria londinense. Ante los atentos oídos de críticos y especialistas del mundo musical, las voces artificialmente reconstruidas de la Callas y de Ella Fitzgerald sonaron por primera vez.Una prueba especial realizada por Cecilia a instancias del dominical The Sunday Times causó estragos igualmente en el mundillo musical británico. Según el periódico, el más impresionado de todos los testigos por la capacidad de la máquina fue Alastair Norbury, de la compañía Blue Mountain Music, que controla el legado de Bob Marley, el cantante jamaicano que murió de cáncer hace 16 años, a la edad de 36. "Hay muchas canciones compuestas por Bob que nunca llegó a grabar", explicaba Norbury a The Sunday Times, "pero con la ayuda de Cecilia convenceré a la familia de Marley para tener, por ejemplo, a Ziggy [el hijo de Marley] a la guitarra y a su grupo, Melody Makers, en la banda sonora. El problema con Bob es que no hay mas grabaciones suyas, o sea, que los ingresos proceden exclusivamente de la música ya catalogada. Cuando esté lista esta nueva tecnología, eso dejará de ser un problema".

Pero no todos han acogido con entusiasmo esta promesa de revolución tecnológica. Para el intérprete de jazz George Melly, lo mejor que podría hacer Lomax es irse con la diabólica máquina a otra parte. "Cantar no tiene nada que ver con la simple redistribución de notas. Las diferencias entre el hombre y la máquina residen en la emoción y en la capacidad de transmitir sentimientos, y eso es lo que consiguió Ella y lo que ninguna máquina puede hacer. Esa cosa no debería desarrollarse, habría que destruirla como al monstruo de Frankenstein". Lo más grave del asunto es que Cecilia puede cometer toda clase de sacrilegios musicales, obligando a determinadas estrellas a cantar cancioncillas de ínfima categoría por exclusivas razones comerciales. Mientras, Lomax ha iniciado un peregrinaje en busca de algún magnate que quiera financiar su proyecto. El hábil inventor reconoce que su máquina está todavía lejos de la perfección, pero sueña con convertir su prototipo en una especie de miniestudio de grabación que podría venderse en las tiendas al precio de 200 libras (unas 47.000 pesetas). Algo que puede estremecer de horror a los puristas musicales, pero, les guste o no a muchos expertos, Cecilia ha llegado para quedarse.

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