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Las sombras del "Spirit of St. Louis"

Guillermo Altares

El 20 de mayo de 1927, después de haber pasado 23 horas sin dormir y equipado con cinco bocadillos y un litro de agua, Charles A. Lindbergh despegó de Long Island (Nueva York), en el mítico Spirit of St. Louis. Después de 36 horas aterrizó en París, completando el primer vuelo a través del Atlántico. Lindbergh, que entonces tenía 25 años, se había convertido en el gran héroe americano.Con motivo del 70 aniversario de aquel vuelo, Documentos TV, que se emite hoy en La 2 a las 00. 10, ofrece un excelente reportaje, dirigido por Stephen Ives y escrito por Geoffrey Ward, sobre la vida de este pionero de la aviación, cuya existencia -trágica muchas veces- puede servir para resumir gran parte de los aspectos más contradictorios y terribles de este siglo.

Lindbergh fue un mito. Su nombre, junto al de su avión Spirit of St. Louis han quedado para siempre asociados a una de las grandes aventuras de nuestro tiempo, la conquista de los cielos, en la que los hombres eran mucho más importantes que las máquinas -algo que no ocurre en la exploración del espacio-. "Perdí toda conexión con el pasado. Vivo exclusivamente de ese momento, de ese extraño y mortal espacio, repleto de belleza y salpicado por el peligro", escribió después de realizar su primer vuelo. Antoine de Saint-Exupéry, el aviador que escribió El principito, supo plasmar en sus libros todo el trágico romanticismo que tuvieron aquellas hazañas.

Además de estar decidido desde muy joven a romper las barreras del tiempo y del espacio a bordo de destartalados aviones -formó parte de la primera promoción de pilotos del servicio aéreo de correos, de la que murieron en accidentes 31 de sus 40 miembros-, Lindbergh fue sometido a un constante, y a veces salvaje, acoso por parte de la prensa sensacionalista, incluso en los momentos más duros de su vida: cuando, en 1932, su hijo de dos años fue secuestrado y asesinado, en uno de los casos criminales más famosos de la historia de Estados Unidos.

Pero el documental, que se apoya en decenas de testimonios -de su esposa, sus hijos, antiguos compañeros, historiadores, escritores...-, no pasa por alto los aspectos menos edificantes de la vida de Lindbergh. Poco después de la trágica resolución del secuestro de su hijo -que permaneció desaparecido durante 72 días aunque, en realidad, había sido asesinado a las pocas horas de su rapto-, la familia del aviador se trasladó a vivir a Europa, un continente donde los totalitarismos estaban en pleno auge.

Lindbergh fue un asiduo visitante de la Alemania nazi. "Los alemanes son gente maravillosa", escribió en octubre de 1938 después de ser condecorado por Herman Goering, responsable de la máquina de guerra nazi, fundador de los primeros campos de concentración, autor del reclutamiento de trabajadores esclavos y condenado a muerte en Nuremberg.

"Sólo una barrera de la raza occidental podrá detener la infiltración de sangre inferior y permitir que la raza blanca sobreviva en un mar de amarillos, blancos y morenos", dijo en una ocasión.

Nunca se retractó de aquellas palabras, como tampoco lo hizo de sus declaraciones antisemitas.

Tras la guerra, Estados Unidos barrió todas estas sombras y prefirió recordar las hazañas y olvidar la política. Sin embargo, Lindbergh no pudo librarse de su pasado. En sus memorias, Billy Wilder -que dirigió en 1957 El héroe solitario, sobre el vuelo del Spirit of St. Louis- relata que le dijo, durante un accidentado viaje en avión a Washington desde California: "Míster Lindbergh, ¿le resultaría penoso que nos estrellásemos, y mañana apareciera en los titulares de los periódicos: "El Águila Solitaria junto a su amigo el judío, se han estrellado"?".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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