El Madrid iguala la serie
La eliminacíón de Djordjevic, clave de la victoria madridista sobre el Barça
Hay jugadas que marcan y deciden un partido y no siempre por lo que supone su directa incidencia en el marcador. A veces, una sola acción hace cambiar el signo de un encuentro y provoca una serie de consecuencias que a la postre resultan definitivas. Habían transcurrido 34 minutos y a efectos numéricos el choque se hallaba como antes del salto inicial (69-69). Pero en la cancha tal igualdad no existía, sobre todo porque un hombre se había hecho con el mando. No era otro que Djordjevic. El base serbio, después de una primera mitad en la que puso mayor énfasis en intentar dirigir a su equipo que en explotar sus cualidades anotadoras, vio las orejas al lobo (58-47, minuto, 31) y decidió entrar en acción.Lo hizo de forma impecable, buscando sus opciones, desempolvando un demoledor lanzamiento desde detrás de la línea de tres puntos hasta entonces sepultado desde el fracaso de París. Otras veces provocaba astutamente el contacto con resultado de falta personal, que en su caso es lo mismo que decir dos puntos desde la línea. Dordjevic se echó a su equipo a sus espaldas y el andamiaje defensivo del Madrid hacía aguas por los cuatro costados. Lo que no podía Djordjevic, lo realizaba Mustaf o Fernández. A falta de seis minutos, con todo por decidir, el Barça crecía a la misma velocidad que el Madrid acusaba alcanzar una situación límite. Entonces llegó la jugada clave.
Bodiroga penetró hacia canasta y Djordjevic intentó quitarle el balón. Craso error. Le cayó la cuarta, Aíto le tuvo que recluir en el banquillo y el Madrid halló la luz. Recuperaron el norte, y un minuto después, cuando su pesadilla volvía a la cancha, la cuesta abajo madridista había sido frenada (76-711 minuto 35). Djordjevic ya no volvió a anotar, y una excelente acción defensiva de Santos le llevó definitivamente al banco.
Hasta ese crucial momento, las cosas no habían variado mucho con respecto al partido inagural. Lo del Barcelona era lógico, habida cuenta del resultado obtenido el domingo. Más extraño resultaba el comportamiento del Real Madrid. Puede que en su análisis previo, llegasen a la conclusión de que no había razones de peso para cambiar la estrategia. Si acaso, intentar que el desequilibrio que produjo la diferencia de tiros libres en el primer encuentro no se repitiese. Lo consiguieron. No porque no cometiesen tantas infracciones, sino porque el Barcelona aumentó negativamente su estadística en ese apartado.
Hasta que Djordjevic cogió su fusil, el partido fue espeso hasta la exasperación, y buena culpa de ello la tuvieron los constantes parones provocados por la sucesión ininterrumpida de faltas personales. Algo falla en esta final. O los árbitros son muy meticulosos o la supuesta eficacia defensiva de los dos mejores equipos de la Liga no lo es tal. Real Madrid y Barcelona intentan construir su juego a partir de defensas agresivas, pero lo único que han conseguido hasta ahora es que los partidos se conviertan en un concierto de silbato, con el consiguiente perjuicio para el espectáculo.
La serie se traslada igualada a Barcelona. Ambos equipos tienen motivos para sentirse optimistas. El Barça puede resolver ante su público y Djordjevic parece haber salido de su letargo. El Madrid, después de nueve derrotas consecutivas, ha logrado vencerles. Arlauckas está muy fino, y su tripleta de aleros, Bodiroga, Herreros y Angulo es superior a la azulgrana, siempre que Fernández no recupere la puntería. Una cosa está clara. Ambos equipos se van a hartar de entrenar los tiros libres en los días que restan hasta el viernes. Por la cuenta que les tiene.
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