Medio Getafe, de romería
75.000 personas acompañan a la Virgen de los Ángeles en un rito con cuatro siglos de historia
La ciudad de Getafe (143.000 habitantes), a la que a veces se le endosa el enojoso sambenito de ciudad-dormitorio, conserva aún tradiciones genuinas e inveteradas de ese pueblecito castellano que no hace tanto tiempo era. De entre ellas, la bajada de la patrona, Nuestra Señora de los Angeles, desde su ermita en el Cerro hasta la catedral de la Magdalena es, sin duda, la más colosal.Muy pocas cosas, divinas o humanas, congregan a tanta gente: unas 75.000 personas en la calle un jueves por la tarde. ¿Fervor religioso? ¿Puro arrebato jaranero? Roberto, de 34 años, lo resumía, entre la multitud, con muy pocas palabras: "Si eres de Getafe, hay que venir".
Iba ayer la Virgen refulgente, cubierta con un manto blanco de terciopelo y un bordado a mano, en oro con el que nunca antes se había dejado ver.
"Fue un regalo anónimo que nos llegó hace unos pocos años", explicó el presidente de la congregación religiosa, Manuel Galeote. A eso de las ocho de la tarde, y tras un recorrido de unos cuatro kilómetros, la imagen se plantó en la entrada de la ciudad, junto a la base aérea del Ejército del Aire. Allí la esperaban las fuerzas vivas de Getafe, con su alcalde, el socialista Pedro Castro, a la cabeza.
Y un año más se cumplió el ritual de la imposición del bastón de mando: desde ayer, y hasta el próximo día 25, la Virgen ejerce, en puro rigor, de alcaldesa en funciones.
La procesión desde el Cerro hasta el centro del pueblo es una ceremonia ineludible desde la lejana primavera de 1616, cuando, según cuentan las crónicas de la época, Nuestra Señora de los Ángeles accedió a las peticiones de lluvia de los getafenses tras un agónico periodo de angustiosa sequía.
Con los años, la romería se ha visto rodeada de otros hábitos bastante menos venerables, como la (laica) congregación de adolescentes en el Cerro desde el punto de la mañana, dispuestos a atiborrarse de alcohol.La Cruz Roja, que ya conoce bien las peculiaridades de este rito púber, optó ayer por instalar tres tiendas de campaña al pie de la ermita para atender las intoxicaciones etílicas habituales entre los precoces bebedores. "A las dos y media ya llevábamos 14 casos de ebriedad profunda, entre ellos un chaval de 14 añitos. Decomisamos botellas y cuchillos por docenas, pero entre 4.000 muchachos es imposible abarcarlo todo", confesó un alto cargo de la Policía Local del municipio.
Pasada la barahúnda, hoy vuelve la calma a las calles de Getafe. Será por poco tiempo: tras las novenas de rigor, el sábado comenzarán las fiestas patronales con el pregón del soberbio novelista local Lorenzo Silva, reciente finalista del Nadal con La flaqueza del bolchevique.
A partir de ese momento, medio Getafe, quizá Getafe entero, pondrá mente y osamenta en prolongada ebullición. .
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