Conservadores franceses critican abiertamente el liderazgo de Juppé
En la "coalición presidencial" de la derecha francesa empiezan a aflorar los síntomas de una rebelión contra Alain Juppé. Las críticas que hasta ahora eran privadas se hacen públicas, conforme los sondeos indican que el primer ministro desagrada a los electores. La maquinaria electoral conservadora tuvo que dedicar ayer tan tos esfuerzos a resaltar las contradicciones del programa socialista como a proteger a Juppé de la contestación interna.
El ex presidente Valéry Giscard d'Estaing abrió fuego, al afirmar en televisión que los franceses querían "ser gobernados de otra manera". Giscard reveló, durante una entrevista, que previno a Jacques Chirac contra el adelanto de las elecciones. "Le dije al presidente de la República que asumía un riesgo, ya que el debate iba a desplazarse hacia una cuestión sobre la cual los franceses opinaban negativamente: el modo en que eran gobernados", explicó el ex presidente y actual aliado de Chirac, tras largos años de enconada rivalidad por el liderazgo de la derecha.Casi simultáneamente, el ex ministro balladurista Bernard Debré, hermano del actual ministro del Interior, Jean-Louis Debré, cargó directamente contra Juppé en una entrevista concedida ala revista Valeurs Actuelles: "Me gustaría poder anunciar a nuestros electores que el -próximo primer ministro se llamaría Philippe Séguin o Édouard Balladur".
Philippe Séguin, líder del llamado gaullismo social y eterna alternativa a Juppé, también marca cada vez más abiertamente sus diferencias con el primer ministro. Empezó afirmando, en un mitin, que el Gobierno no había hecho "todo lo necesario por combatir el desempleo, origen de todos los males". El miércoles fue más lejos, al atacar a "esos" que preconizaban "un Estado más barato, a costa de mutilarlo y forzarlo a la ineficacia". Quien acababa de defender la necesidad de un Estado menos costoso era precisamente Alain Juppé.
Juppé evitó responder a las críticas. Otros se encargaron de defenderle, lamentando, como el ministro liberal Jean-Claude Gaudin, que el primer ministro siguiera llevándose todos los tortazos". El número dos, François Léotard, pidió disciplina a todos sus candidatos.Pero el mal ambiente en la "coalición presidencial" era ya público, desbaratando el efecto positivo que hubiera podido tener la carta remitida la víspera a los franceses por Chirac. Incluso en el cuartel general de campaña (situado en el local que ocupaba el quebrado restaurante español La Dorada) se percibe un antagonismo claro entre los dos socios de la coalición, los gaullistas del RPR y los centro-liberales de la UDF.
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