La modestia del cine español

No acostumbro a responder a artículos de periódicos y, aún menos, a larga distancia. El otro día, sin embargo, tuve la oportunidad de comprar un ejemplar de EL PAÍS, donde me llamó la atención una entrevista realizada al joven director de Tesis, recientemente galardonada con siete premios Goya. En la entrevista, Alejandro Amenábar ofrece su opinión acerca de la industria del cine español, destacando cómo el público español está "rompiendo ese miedo a ver cine español y quizá haya influido la irrupción de varios directores jóvenes y la renovación de caras, de actores". Totalmente de acuerdo.Sin embargo, me parece un error gravísimo el afirmar con la rotundidad que parece hacerlo Amenábar que "el cine español ofrece, en proporción, más películas buenas que Estados Unidos". No es la primera vez que un director español tiene el atrevimiento de lanzar estas afirmaciones sin conciencia alguna.

No quiero sonar atrevido, pero me, parece que hay que ser, más consecuentes cuando se realizan este tipo de manifestaciones, que, sin duda alguna, parten de una ignorancia inconsciente.La razón por la que utilizo el término "inconsciente" es porque tanto directores como críticos españoles parten de la base de que el único cine americano que existe es aquel que se distribuye en las salas de cine españolas. Habiendo estudiado en España, y contando con tan sólo 24 años, entiendo que Amenábar desconozca la realidad del cine norteamericano presente, que dista mucho de la imagen hollywoodense que exporta.

Llevo viviendo tres años en Nueva York y actualmente estudio en la escuela de cine de la mencionada ciudad. La razón que me lleva a mencionarlo es que durante estos tres años lo que más me ha llamado la atención es precisamente la existencia de un cine independiente masivo y que en los últimos años ha permitido el resurgimiento de directores como Tarantino, Robert Rodríguez, Kevin Smith, los hermanos Cohen, Wayne Wang, Ang Lee, etcétera, entre muchos otros. El cine norteamericano sigue contando mejores historias porque cuenta con una base cinematográfica mucho más madura que la de España, así como con una sociedad heterogénea y multicultural que permite la realización de un cine mucho más fresco y original. El cine español debe dejar de lado ese aire de exclusividad que proclama constantemente para, precisamente, permitirse el hacer un cine mucho más abierto y evitar así la pretenciosidad que, en mi opinión, es una de sus mayores debilidades.

No sé bien por qué, pero durante muchos años, el cine español parece haber respondido a la absurda necesidad de ser creativo y original. Muchas veces, este tipo de pretensiones es la que paradójicamente ha impedido el desarrollo de un cine a la vez propio y heterogéneo. Por supuesto que hay excepciones y, afortunadamente, el cine español presente parece haberse desmarcado de este aire de exclusividad, aunque, sin duda, todavía queda mucho camino. No debemos dejarnos engañar por las producciones comerciales de Hollywood para atrevernos a afirmar que nuestro cine es proporcionalmente mejor al norteamericano.-