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Hemingway

"Manejando la pluma como si fuera la espada de Gog y Magog, Hemingway hizo posible un periodismo que se lee igual que una novela". La frase es de Ignacio Ruiz Quintano, prologuista de una colección de reportajes del escritor americano inédita hasta ahora en España, a pesar de que muchos dé ellos versan sobre nuestra guerra civil. Como decía Tom Wolfe, para esa generación de reporteros, "el periodismo era el motel donde pasar la noche camino del destino: la Gran Novela".Como una novela se lee, en efecto, la descripción de una corrida, la primera que Heminway presenció en su vida, con un cartel compuesto por Chicuelo, Villalta y Gitanillo de Triana. Durante el festejo, el escritor fue asesorado por un americano vecino de contrabarrera, a quien él bautizó como "el rey de la botella de ginebra". Afirma Hemingway: "La fiesta de los toros no es un deporte, sino una tragedia que simboliza la lucha entre el hombre y la bestia".

Escribe don Ernesto, como se le llegó a llamar en Madrid, una vívida crónica sobre los chóferes que tuvo en la capital en 1937. Uno de ellos parecía, dice, "un enano de Velázquez metido en un mono azul".

Otro era un anarquista toledano, muy valiente pero que tenía un defecto como chófer: no sabía conducir. El mejor fue el tercero, Hipólito, que se echaba la siesta en el coche' durante los bombardeos haciendo creer a Hemingway que estaba muerto. Cuando el escritor iba a abandonar Madrid convidó a Hipólito a tomar café en Chicote. Le quiso dar algún dinero, pero el chófer dijo: "No puedo aceptarlo. Lo hemos pasado muy bien juntos y eso ya es suficiente".

La más lograda de estas crónicas es quizá la que tituló Historia de una patraña. Se encontró en el hotel Florida, en 1938, con un periodista americano que le dijo: "Aquí impera el terror", y le contó que había miles de cadáveres por la ciudad. Hemingway le dijo que él había pasado meses en Madrid y no había visto lo que decía el periodista. "Había normalidad en la ciudad, pero a aquel periodista esto le resultaba demasiado aburrido". Y añade: "No quise darle un puñetazo porque le hubiera reafirmado en su idea de que aquí había terror".

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