Valona, un fusil en cada casa
La gran cantidad de armamento incontrolado constituye el mayor problema de la Albania en la que se está desplegando la fuerza multinacional
ENVIADO ESPECIAL, Eh, giornalisti! Berisha, pum, pum". El conductor del Mercedes entreabre la puerta y agita una granada con la mano. El agente le hace señales para que siga su camino. Quizá no ha visto la granada, o no ha querido verla, cuando un minuto antes ha registrado el vehículo. En presencia del fotógrafo, el policía abandona la espera indolente del relevo y se pone a revisar la documentación de los escasos coches que circulan por la zona. Estamos a 15 kilómetros al sur de Fier, en el puente sobre el río Vjoses, el último puesto de control de las fuerzas de seguridad. Al sur se extiende la tierra de nadie, casi un tercio de Albania, donde la revuelta armada contra el presidente Sali Berisha ha desarbolado la estructura estatal.En Valona (Vlora, en albanés), capital de la insurrección de principios de marzo, la policía ha regresado tímidamente a la calle, pero se limita a poco más que ordenar el tráfico. Cuando el pasado lunes fue tiroteado el hotel Bolonia, en el que se aloja la prensa extranjera, los agentes acudieron disparando al aire desde el centro de la ciudad, con el propósito de espantar a los agresores y no tener que vérselas con ellos.
¿Quién manda en Valona? "Por el día, la policía. Por la noche, los criminales", contesta Mark Nyberg, un estadounidense de 42 años que dirige desde 1991 el orfanato local. Nyberg, pastor de la Iglesia evangélica, reconoce que rechazó airado la oferta que le hizo un amigo para facilitarle una pistola, pero luego reflexionó y ahora tiene cinco empleados con armas que se turnan para proteger el hospicio,donde están acogidos 65 niños; casi la mitad son bebés abandonados y los mayores no pasan de los ocho años. Su precaución no fue suficiente para evitar el saqueo del almacén en el que guardaba suministros para mantener el albergue infantil durante un año. Corrió la misma suerte que la mayoría de las tiendas o la sucursal del banco del Estado, que fue pasto de las llamas.
El caudillo de la principal banda armada de Valona es Zani, quien ha llegado a amenazar a las fuerzas multinacionales con las armas químicas robadas al Ejército. Albert Shyti, jefe del Comité de Salvación, que ha sustituido al consistorio municipal tras la revuelta, se desmarca de las baladronadas de Zani, pero evita condenarlo. "Yo no sé lo que hace, no sé si está en contra del pueblo o en contra de Berisha".
El Comité de Salvación tiene su cuartel general en la antigua escuela, enfrente de la mezquita. Para llegar hasta Shyti hay que sortear a un paisano, Kaláshnikov en ristre, que muestra a voces su disgusto con los periodistas. "Nosotros no somos rebeldes", repite, sin que nadie sostenga lo contrario. Su jefe, muy joven, de aspecto agitanado, está arriba, reunido en un aula destartalada con representantes de la prensa italiana. Ante su insistencia por saber si existe peligro de un atentado contra las tropas internacionales en Valona contesta: "Es evidente que sí, porque los servicios secretos de Berisha están aquí conspirando".
Janaq, de 33 años, ofrece idéntica respuesta: el único problema es Berisha; el día que se vaya, la gente devolverá las armas; las únicas mafias de Valona son los agentes del Shik, el servicio secreto heredero de la Securiti comunista. Janaq no tiene trabajo y dedica la mañana a pasea por el puerto. Las instalacione han sido arrasadas y el único barco atracado no está en condiciones de navegar. Una familia se acerca al muelle para entonar un canto fúnebre y colocar flores. Son los parientes de alguno de los 80 vecinos de Valona que perecieron al chocar su embarcación con una corbeta italiana cuando pretendían escapar del país.
Pese a ello, el matarife que estaba descuartizando un cordero en plena acera interrumpe su tarea y le planta dos besos en la cara al desprevenido fotógrafo, como muestra del cariño con que los habitantes de la ciudad reciben a los extranjeros. "Los sol dados italianos, españoles o griegos son bienvenidos para distribuir ayuda humanitaria, pero una cosa tiene que quedar clara: no deben ayudar a Berisha".
Nadie pasa hambre
"Todo el mundo se hace la misma pregunta: ¿cuál es la verdadera misión de la fuerza multinacional?", reflexiona el directo del orfanato. "Esto no es una crisis de comida. Uno no puede comprar todo lo que quiera, pero los alimentos básicos están en e mercado. Nadie está pasando hambre en Albania, no hay u problema de malnutrición".
El problema son las arma fuera de control. Casi 40.000, según estimaciones no oficiales sólo en Valona, tantas como habitantes. Pero las tropas no tienen la misión, así lo han repetido hasta la saciedad, de desarmar los civiles y el pastor norteamericano se pregunta cómo reaccionarán los perdedores de las elecciones que se pretenden celebra el 29 de junio como salida a la crisis.
Viron Alushi es uno de lo muchos albaneses que lo perdió todo con la quiebra de los bancos piramidales. Vendió su casa para invertir 20.000 dólares unos tres millones de pesetas, lo mismo hizo el resto de su familia con los ahorros de cinco año de emigración en Grecia e Italia Ahora Viron, sus cuatro hermanos y sus padres malviven hacinados en las antiguas oficinas de Ministerio de Educación y exhiben, como última posesión, un fusil de asalto.
Su madre y su hermana con testan al unísono cuando se le pregunta para qué quieren e arma: "Para salvar la cabeza Para recuperar nuestro dinero Para recibir a Berisha si se atreve a venir a Valona".
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