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Tres proyectos urbanísticos de 1.800 millones intentan "revolucionar" Usera

Antonio Jiménez Barca

El distrito de Usera (114.850 habitantes) vive, según las palabras de su concejal -Alberto López-Viejo (PP), "una revolución". Su principal arteria, la avenida de Marcelo Usera, la calle comercial -y verddero corazón- del barrio, se ensancha día a día para que los peatones ganen meros gracias a 200 millones y unas obras que terminarán en mayo. Mil quinientos millones más erigirán un bulevar arbolado y 450 viviendas. Y al sur de este distrito, en julio, se empezará a urbanizar un minipolígono industrial. La regeneración del Manzanares completará la transformación.

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El metro cuadrado de un comercio en la avenida de Marcelo Usera cuesta, según los cálculos de los técnicos municipales, tanto como el de la calle de Serrano. Esto es, la arteria que parte en dos al barrio constituye una auténtica Gran Vía del sur. Por ahí pasan 350.000 per sonas al mes, 22.000 coches al día y se agrupan 1.000 comercios. A sus lados uno puede en contrar lo mismo una tienda de ultramarinos que una moderna agencia de viajes.Pero es necesario que esta calle pierda el aire carcomido que muestra en algunos tramos: en las partes en las que la acera no presenta más de un metro de ancho los peatones andan con dificultad. Para recuperar espacio, las obras que se acometen en estos momentos proporcionarán tres metros de acera; además, en el lado de los impares, casi cada esquina con tará con una oreja que desahogará al peatón, al paseante o simplemente al que quiere sentarse a descansar en un banco.

Uno de los problemas que se intenta solucionar con esta medida es el de la doble fila: la respuesta es expeditiva, ya que al eliminar un carril para los coches (la calle quedará con un carril por sentido) se imposibilita esta práctica. El nuevo aspecto de Marcelo Usera quedará listo para mediados de mayo y el presupuesto de toda la obra asciende a 100 millones de pesetas. El concejal de Usera por el grupo de Izquierda Unida, Félix López-Rey, explica que el realce de la avenida era "necesario desde hace muchos años". "Sólo veo un problema con el que hay que tener cuidado cuando se termine todo: ahora se permite la doble fila. Cuando se termine la reforma, no. Puede perjudicar al comercio: la gente está acostumbrada a ir en coche".

La transformación no se para ahí. En el tramo central de la avenida comenzarán en junio a demolerse algunos edificios abandonados. La intención es crear, a la altura de la calle de Ortiz Campos, un bulevar arbolado que atraviese perpendicularmente Marcelo Usera. El objetivo, otra vez, es ganar espacio, además de crear 450 viviendas a los lados de este nuevo bulevar. "Caja de Madrid está en la operación; y por eso, yo calculo que los pisos costarán alrededor de 14 millones o 15 millones de pesetas", dice López-Viejo. En total, se manejará un presupuesto de 1.500 millones. "Ese proyecto es de cuando López-Viejo [de 29 años] iba al colegio; no me creo que vaya a empezar ahora", dice López Rey.

El tercer empujón al barrio le llegará desde el sur. Y no será urbanístico, sino industrial. En la esquina que limita con la avenida de Andalucía se empezarán a instalar a finales de año alrededor de 40 fábricas en un minipolígono industrial para el que ya se cuenta con el terreno y los 200 millones que cuesta la urbanización.

Las empresas serán del barrio (talleres que ahora encuentran un acomodo difícil o nuevas fábricas pequeñas no contaminantes que quieran irse ahí).

El concejal del distrito todavía no sabe lo que costará el metro cuadrado en este polígono, pero sí está seguro de que "habrá ventajas administrativas para todo aquel empresario que contrate trabajadores del barrio".

"Todos estos proyectos, junto con la regeneración del cauce del Manzanares, cuyas obras durarán tres años y que va a convertir al río en un auténtico río y no en un vertedero, van a revolucionar este barrio", concluye López-Viejo.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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