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Blair provoca al nacionalismo escocés y ofrece un punto débil a los 'tories'

La cuestión escocesa pasó a dominar ayer la campaña electoral británica tras unas declaraciones no del todo afortunadas del líder laborista, Tony Blair, e intencionadamente mal interpretadas por sus adversarios políticos. En una entrevista publicada por un diario escocés, en vísperas de su visita del viernes a la región, Blair hizo hincapié en que la soberanía nacional seguirá residiendo en el Parlamento de Westminster -en mí como diputado inglés", dijo-, una vez elegido un Parlamento autónomo para Escocia. En cuanto a la facultad de ese Parlamento para modificar los impuestos que decida el Gobierno central, Blair la dio por hecho."Tendrá la misma que un Ayuntamiento inglés", dijo, aunque puntualizó: "Los laboristas hemos prometido no subir los impuestos personales ni en Escocia ni en el resto del país". Las declaraciones en The Scotsman proporcionaron excelente munición a los nacionalistas escoceses y al partido conservador para atacar, en el primer caso, el "desprecio" de Blair hacia Escocia, y en el segundo, "el completo caos de la política evolucionista laborista".

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