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FÚTBOL 32ª JORNADA DE LIGA

Destrozadas las cuentas del Atlético

El Oviedo borró al equipo madrileño con una goleada en el Varlos Tartiere

El Oviedo destrozó las cuentas de Jesús Gil. Lo hizo, además, dando una lección de fútbol. Los de Lillo borraron al AtléticoMadrid del campo en un primer timpo de libro, el que identifica al técnico ovetense con el gusto por el fútbol bien hecho. Si Antic mantiene su criterio prepartido, el Atlético se despidió , ayer del segundo puesto. El Oviedo ha podido encontrar para esta Liga él camino de la tranquilidad.

Cuando llegó, al Oviedo, Antic se encontró con, un chaval de historial pequeño cuerpo escaso y conocido por el diminutivo de Oli. En febrero de 1993, Oli apenas aparecía en las alineaciones en los minutos que, le dejaba Carlos, el goleador local, ídolo de la afición oviedista y del propio Oli. Antic vio pronto en aquel chaval un diamante en bruto que fue puliendo con ese aire didáctico que le caracteriza y que se aprecia en otros muchos jugadores. Oli siempre recuerda a Antic con respeto y admiración, en una ciudad que odia al técnico serbio desde que se entrometió en el fichaje de Onopko. Ahora Oli es una de las estrellas de la Liga española y ayer encarriló el partido con un golazo y una acción de picardía. Antic puede estar orgulloso de su obra, pero ayer le estropeó la. Liga y todas las cuentas para optar al segundo puesto.

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La capacidad goleadora de Oli y el fútbol festivo de Borrelli fueron el baño de oro de un gran equipo, el Oviedo que pasó por encima del Atlético de Madrid. Como ya ocurriera otras veces esta temporada, las cámaras de televisión dispararon el narcisismo de los jugadores de Lillo.

El Oviedo ha mantenido un alto, nivel de juego casi siempre, pero en ocasiones le ha faltado el instinto asesino que ofreció ayer. La gente acabó achacando esa falta de carácter al entrenador. La afición del Oviedo empezaba a identificar el buen fútbol con la derrota. Ayer Lillo también sacó las prácticas con sobresaliente.

¿Y el Atlético? Muy mal, gracias. Su debacle de ayer también se explica por las carencias que ha ido enseñando durante todo el año. Especialmente sangrante fue el comportamiento del centro del campo. Cuando el Atlético presiona bien es casi invencible. Cuando afloja lo puede ganar cualquiera. Y si ese cualquiera tiene las armas del Oviedo, hasta golearlo. Sólo el estilo de Molina, evitando varias llegadas de los azules en solitario, impidieron que al descanso se diese un marcador de escándalo. Mientras, el Atlético sólo inquietó a Cano con dos remates de Simeone, como, siempre el único jugador que demostró mantener su orgullo en alto, aunque ayer sirviese para bien poco.

El gol de Esnáider no cambió sustancialmente las cosas. El Atléfico apretó un poco más, pero no hizo daño porque el Oviedo estaba convencido de que tenía que seguir a lo suyo. No sólo no se inquietó, sino que jugó muchas veces de cara a la galería.

Los aficionados se lo agradecieron, esos mismo s que tantas otras veces pedían menos toque y más cojones. Sólo había una diferencia: el marcador. Y ya se sabe que para mucha gente la razón es sólo para los ganadores. Lillo podrá vivir, por fin, una semana tranquila incluso despejar las dudas de los que se oponían a su renovación por el Oviedo.

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