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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Rompiendo las olas'

Cuando vi Rompiendo las olas, las favorables críticas recibidas me resultaron sorprendentes. Creo que la cinta es abyecta porque presenta una repugnante relación de poder -de Jan con respecto a Bess- como un gran amor. No lo veo así. Hay una dependencia de Bess hacia su marido, que aprovecha éste después del accidente para experimentar hasta dónde llegaría Bess por amor a él. ¿Pareja abierta? S. de Bouvoir y Sartre ya la tenían por gusto sin la excusa de ninguna enfermedad. Jan induce a Bess -simplona y fácilmente influible, sin un proyecto de vida propio- a que ponga en práctica sus fantasías -luego el asunto se le va de las manos sin que intente otra inducción para impedirlo-, sabiendo que en el lugar donde vive no encontrará ningún placer al llevarlas a cabo. Con razón cuando un hombre se somete por completo a la voluntad de una mujer es llamado "pelele", pero cuando una mujer hace lo mismo por un hombre se suele pensar que está "muy enamorada", como si la sumisión fuera lo natural en las mujeres en lugar de un resultado cultural. Curioso, ¿verdad? Esta anulación del propio ser está disfrazada con la trampa del valor redentor del sufrimiento, una de las miserias morales del cristianismo. Películas como La dama de Shangai o El mundo en sus manos sí cuentan hermosas historias de amor: personas dispuestas a sacrificarse voluntariamente en caso necesario por aquel o aquella que aman. En las páginas de El País Semanal, F. Savater o L. Rojas Marcos nos han contado ejemplos de altruismo. En todos estos casos tenemos diferentes manifestaciones del conatus spinoziano. Claro que si la película de Van Trier no tratara de una mujer sufriendo gratuitamente por esa dependencia irracional y sin gozar nada al realizar las fantasías de otra persona no hubiera tenido tanto éxito en la sociedad en que vivimos.-

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