Molestias

Hace unos días se quejaba, desde estas páginas, un lector de las molestias que sufrían los habitantes de los alrededores del estadio del Manzanares cada vez que se celebraba un partido de fútbol, y con toda la razón del mundo. Bien: una columna ¡A los toros!, de Joaquín Vidal, con mucha gracia, describe las vicisitudes que pasan los vecinos de Las Ventas del Espíritu Santo (plaza de toros de Las Ventas) los días en que hay corrida de toros o festejos. Muy bien. Bien expuesto y llegando al fondo de la cuestión. Pero...En el primer caso, esas molestias son cada 15 días, salvo excepciones. En el segundo duran lo que la temporada, que no sé ni cuándo empieza ni cuándo acaba, ni puñetera falta que me hace.Hay un tercer caso: el Palacio de los Deportes (¿deportes?). Allí es todo el año, todas las semanas y temporadas enteras. Baloncestos, mítines, los indios, patinajes sobre hielo y mil y variados espectáculos. Cuando vienen los caballistas, enormes camiones depositan toneladas de arena sobre las aceras y las calzadas que luego vehículos-pala, o como se llamen, trasladan al interior, y cuando se van, a la inversa. Si va de hielo, unas enormes máquinas fabricantes de hielo se instalan rodeando todo el recinto, tendiendo enormes mangueras a través de las aceras, impidiendo el tránsito de viandantes, y no digamos de mamás con sus bebés o ancianos e impedidos. Todo esto acompañado de los autobuses gigantescos de las televisiones, vendedores que aparcan sus carromatos, automóviles o no en las aceras de la avenida de Felipe II (plaza de Dalí).-