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Madrid es culpable

Se trata de Xavier Arzalluz en Le Monde del pasado sábado. En primer lugar, tanto las preguntas de la periodista Marie-Claude Descamps como las respuestas del interrogado incorporan reiteradamente el término "Madrid" concebido como la abstracción idónea donde residenciar todas las torpezas, o si prefiere. como el lugar geométrico en el que se originan todas las incomprensiones padecidas "par le Pays basque espagnol". Al mismo tiempo resulta inútil la búsqueda del término "París" ni a título compensatorio ni antagónico. Sencillamente, a lo largo de todo el texto analizado el nombre de la capital de Francia está ausente como centro de referencia o de imputación alguna. El presidente del PNV menciona el precedente negociador de Argel y otro muy anterior y peor conocido de Ginebra y atribuye a ETA la ruptura de entonces. Pero esta vez piensa Arzalluz que quieren lacerlo. En apoyo de ese pensamiento aduce que en 1995 ETA ha presentado su documento con una "alternativa democrática" como base de discusión y añade que "ils ont 600 prisonniers, et 2.000 exilés". Semejante situación le parece a nuestro entrevistado una pesada carga, más aún cuando muchos estiman que la lucha actual carece de porvenir.Los observadores a la hora de evaluar esa "alternativa democrática" de 1995 le reconocen el mérito inicial de que fuera presentada por ETA dentro del mismo documento en el que la banda reivindicaba el atentado a José María Aznar, entonces jefe de la oposición. Además, desde entonces, -los activistas de ETA, inconmovibles, han seguido atados al principio pedagógico según el cual la letra con sangre entra. En consecuencia, no han escatimado el recurso a la munición del calibre 9 milímetros Parabellum, a la goma 2, a la quema, de ertzaintzas y a los secuestros. Pero la terminología de prisioneros y exiliados empleada por Arzalluz olvida estas realidades y nos recuerda expresiones suyas anteriores sobre "la bota de Madrid". Cuánto mejor sería que el líder peneuvítico hablara con normalidad y responsabilidad de reclusos, que cumplen condena por los homicidios cometidos, y de prófugos, que andan huidos de la justicia. Porque sus expresiones en Le Monde son de las que contribuyen a mejorar las expectativas etarras.Después de estas concesiones terminológicas, Arzalluz añade en sus declaraciones que una buena base para el arreglo del conflicto sería el tema clave de la autodeterminación del País Vasco. Llegados aquí, Arzalluz se olvida de cualquier diferencia para darse un baño de inmersión en el conglomerado y proclamar que "para todos nosotros nacionalistas, el reconocimiento de este derecho es primordial". A continuación indica que "su ejercicio es otro asunto, pues sería necesario determinar cuándo votar, quién votará y en qué marco geográfico (¿con Navarra? ¿con las provincias vasco francesas?)". Olvida decir que la votación se repetirá cuantas veces sea necesaria hasta que se obtenga el resultado exigido por ETA. Y concluye que "la cuestión no está en el orden del día, ya existen suficientes problemas". Pero ¿por qué no prevalece esta última observación pragmática sobre aquella definición primordial? ¿Por qué Arzalluz parece adelantar en Le Monde la responsabilidad de Aznar para el caso de que Ortega Lara fuera asesinado? ¿Por qué dice que Madrid no comprende siquiera que el Parlamento vasco pueda tener una Comisión de derechos humanos? ¿Por qué se refiere a la dispersión de los condenados como una violación de la ley, ocultando su plena legalidad y el acuerdo previo del PNV? ¿Por qué niega al ministro del Interior de Madrid, Mayor Oreja, cualquier comprensión del problema? ¿Por qué se ha olvidado de muchas de sus distancias con los violentos? ¿Es. que si éstos ganaran, los del PNV ya no serían balseros como antes temían?

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