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Tribuna
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¿La 'colombización' de Albania?

Francisco Veiga

Los recientes acontecimientos en Albania son una muestra más de la complejidad de]. nuevo panorama. balcánico, que exige intepretaciones ya muy alejadas del Clásico planteamiento de la primera posguerra fría basado en la dicotomía "comunistas-anticomunistas". Por supuesto, un primer análisis de este virulento brote de violencia se inscribe en las consecuencias de la guerra de Bosnia, que con el bloqueo internacional a las repúblicas de la ex Yugoslavia afectó severarnente a las economías de los Estados limítrofes: Rumania, Bulgaria y, por supuesto, Albania. Ahora se están viendo las censecuencias diferidas de todo ello. Pero la fase final del conflicto bosnio, durante la cual los norteamericanos decidieron una implicación directa, consagró a Albania como su cabeza de puente privilegiada en la zona. En consecuencia, se abrieron instalaciones militares (por ejemplo, de aviones espía), se hicieron inversiones y se apoyó políticamente al presidente Berisha. Ello no fue obstáculo para que desde Albania se hiciera todo tipo de contrabando con Serbia. Mientras tanto, desde Italia llega también abundante ayuda económica (Roma deseaba evitar una repetición de la dramática llegada de emigrandes como la que tuvo lugar en Bari, en el verano de 1991).Bajo este ambiente de sobreprotección prosperaron todo tipo de negocios turbios en los que, muy posiblemente, se mezcló la Mafia italiana y, posiblemente, otros socios internacionales de la misma. Sólo así se entiende la magnitud que alcanzó en Albania el asunto de las pirámides de inversión, que anteriormente ya habían aparecido y reventado en Rumania, Bulgaria y Rusia (y en los años setenta en el Portugal de la transición). Sin una fuerte inversión inicial, las pirámides (o sistema Ponzi) difícilmente puede arrancar, por lo que la aparición del fenómeno viene ligado en nuestros días al blanqueo de fuertes partidas de divisas provenientes de negocios mafiosos a escala internacional.En Rumania, Bulgaria y Rusia, el inevitable reventón del globo especulativo de las pirámides dio lugar a escándalos y tensiones políticas. Pero en un país pequeño y muy pobre como Albania, en el que además los círculos presidenciales aparecen implicados, el asunto ha cobrado unas proporciones cataclísmicas. A esto debe añadirse que los albaneses son un pueblo complejo. Ghegs, tosks, kosovares, poseen entramados sociales y culturales diferentes entre sí, que históricamente siempre han rechinado o incluso entrado en violenta colisión. En Albania perviven las estructuras sociales de tipo clánico (denominados fis), las deudas de sangre e incluso, en el norte, está reviviendo un código consuetudinario tan extraordinario como el denominado Canon de Lek Dukaghin, que data del siglo XV. A comienzos de siglo, Albania era el paraíso europeo de los antropólogos, y hoy parece que volverá a serlo, al menos cuando la situación se serene un poco.

Ahora se habla del peligro de guerra civil. Pero incluso para eso hay que contextualizar el asunto "a la albanesa". Durante las anteriores experiencias de guerra civil en el país (tras la independencia, en 1912-1913) o durante la II Guerra Mundial, la lucha adquirió una vis fragmentada y desordenada, que mezclaba las consideraciones bélicas con ajustes de cuentas personales o entre clanes. Hoy puede ocurrir algo parecido: un panorama de secuestros y atentados sobre la base de intrincadas colisiones mafiosas, que podría recordar lo ocurrido en Colombia. O, a lo peor, una guerra civil larvada, "a la argelina".

Francisco Veiga es profesor de Historia de Europa oriental en la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de La trampa balcánica.

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