Clones mentales

He leído con sosiego y reflexión (no tanto como hubiera deseado, sin embargo) el magnífico artículo de Elena Escudero sobre los peligros de una contrarreforma en la educación universitaria. Las advertencias de la profesora Escudero están presentadas con tanta evidencia y claridad expresiva que convierten al más escéptico.Sin embargo, pese a las reconvenciones y enumeraciones de la autora, creo que el problema hay que atacarlo aguas arriba. Y no quiero referirme aquí a la patente mediocridad e incluso a sesgos evidentes de la educación primaria, sino al círculo vicioso que se encuentra posicionado al principio de toda la problemática educacional. Me refiero a la necesidad de formar formadores, paso previo a cualquier rediseño universitario. ¿Quién forma a los formadores? ¿Quién educa a los educadores? Si son las universidades y lo imperioso es reconducirlas, el círculo, más que vicioso infernal, está blindado. Y en segundo lugar, ¿se trata de formar, de deformar o de entrenar a los alumnos? Otro nuevo círculo vicioso en perspectiva. Creo que a Elena Escudero le asiste toda la razón argumental. Pero las inercias culturales quizá sean demasiado fuertes no, sólo en el área institucional, sino, también en la conducta y preparación de los educadores en general. Creo que el problema es de tal envergadura que la simple reflexión sobre las proposiciones de la profesora Escudero asusta por su contundencia.

Es curiosos que la oveja Dolly suscite tanta preocupacióny, sin embargo, desde hace tiempo se intente fabricar, sin demasiadfo escándalo aparente, una sorprendente multitud de clones mentales.-