"La reforma se centra demasiado en el despido"
El día en que Carlos Solchaga presentó a la prensa El final de la edad dorada demostró que sigue teniendo tirón. Él, mucho más relajado que cuando era ministro, recuerda aquellos tiempos y reconoce que le atrae la política, a la que piensa volver, tal vez con las próximas elecciones. Socialdemócrata con vencido, cree que el desempleo es el principal problema y que se debe resolver mediante una reforma del mercado laboral, al tiempo que defiende la liberalización de los mercados y se opone al "prejuicio" de que la izquierda no debe encabezar ese proceso.Pregunta. ¿Ha ido a Sagunto alguna vez después de 1983? Sagunto se convirtió en un hito de una reconversión que le hizo impopular. En su libro dice que "se trataba de elegir entre lo malo y lo peor y se eligió lo malo".
Respuesta. No he ido, pero algún compañero de partido me ha dicho: "Podrías ir y te aseguro que no te pasará nada, porque aquello fue providencial. Cambió la ciudad..." Sagunto fue un éxito. Se dieron muchas ayudas, pero no más que a zonas de Galicia, Asturias o el País Vasco. La reconversión representó el aldabonazo para despertar una conciencia social dormida ante la crisis industrial.
P. Dijo que "la mejor política industrial es la que no existe". ¿Sigue de acuerdo con esa frase?
R. Si dije esa frase no fue, desde luego, en público. Excepto para romper alguna situación bloqueada, una política industrial debiera ser muy cuidadosa, creando un margen socieconómico y fiscal en el que orientar a las empresas y favorecer su desarrollo. Pero no interviniendo directamente.
P. Usted ha recalcado que los dos pilares fundamentales de la política económica son la lucha contra la inflación y el desempleo, por un lado, y la defensa del Estado de bienestar, por otro.
R. Antes creíamos que las políticas keynesianas ayudaban a un mayor nivel de la demanda, de manera que estuvieran próximas al pleno empleo y no corriéramos riesgos inflacionistas. Ahora hay que establecer prioridades. La mayor desigualdad es la falta de empleo. Antes, cuando la economía crecía y estábamos en la edad dorada, el dilema no se planteaba. Todas las cosas iban juntas, mucho crecimiento, más empleo y más desarrollo del Estado de bienestar. Ahora tenemos que elegir.
Luego está la crisis del Estado de bienestar, que ha nacido de su propia fuerza expansiva. Una vez que uno decide apoyar la educación, la salud, etcétera, es posible que nunca se acabe de gastar dinero. Y, además, sistemas contributivos han pasado a ser universales, parte de los derechos del ciudadano junto a los derechos políticos. Una parte importante de la naturaleza redistributiva del Estado de bienestar se ha ido perdiendo. Si queremos que sobreviva deberíamos suplementar o matizar este principio de universalidad por otro de necesidad.
P. Los modelos que crean empleo lo hacen a costa de aumentar las desigualdades.
R. No hay un modelo satisfactorio y hay que ensayar reformas del mercado de trabajo que permitan flexibilidad para que el desempleo estructural no sea tan elevado, pero manteniendo salarios dignos, cobertura social frente a enfermedades, educación y todo lo que sea igualdad de oportunidades.
P. Está a punto de acabar una ardua negociación laboral. ¿Qué cree que va a pasar?
R. Esta reforma se está centrando demasiado en las causas del despido y hay otros aspectos que no se tratan y son cruciales. Me parecería más razonable permitir, quizá con unas indemnizaciones por despido limitadas, que los contratos de trabajo temporales pudieran convertirse en indefinidos, pero sin estar asociados a costes de despido. Convertirlos en contratos a 6 o 10 años parece que no es mas que poner parches. Hay otros aspectos como la flexibilidad de ajuste de plantilla por motivos económicos, la larga cobertura del subsidio de desempleo, el sistema de negociación colectiva, que, reformados, podrían tener un efecto mayor de disminución del desempleo.
P. Usted ha dicho que la CEOE ha endurecido su posición porque sabe que el Gobierno quiere hacer su reforma. ¿En qué se basa?
R. Son noticias que te llegan. Después de negociaciones abiertas, parece haberse atrincherado en posiciones relativamente duras, como si valorara menos llegar a un acuerdo. Si esto lo hace la CEOE, la única manera de racionalizar, esa actitud es porque cree que, en ausencia de acuerdo, el Gobierno va a tomar iniciativas que desde su punto de vista van a reportarle ventajas mejores que por la vía del acuerdo. Y quizá tengan razón. El Gobierno puede tener interés en hacer esto. Pero como tantas veces ha lanzado globos sonda y se ha retirado... Es posible que un núcleo de capitalismo moderno esté presionando al Gobierno para que, de verdad, haga una reforma unilateral que parezca más seria que la, que se podría alcanzar por el pacto. Mucha gente, que incluso elaboró o participó en programas electorales, tiene la sensación de que no la están haciendo y que este Gobierno, en el que habían confiado como un Gobierno thatcheriano para hacer determinadas reformas, no está acertado. Eso a un Gobierno conservador le preocupa y quizá sea la reforma laboral la baza para reconciliarse con esta posición crítica. A un Gobierno socialista le preocuparía menos.
P. Quizá por eso vivió una huelga histórica cuando usted era ministro. ¿Cree que aquella reforma fue la adecuada?
R. Ha pasado muy poco tiempo. Creo que, ha tenido un éxito relativo. A pesar de que se modificaban las causas del despido y se especificaba el despido por razones económicas, como la interpretación quedaba en gran medida en manos de los jueces y éstos no han cambiado mucho su mentalidad no se puede decir que haya cambiado mucho la cultura predominante en las relaciones laborales.
P. ¿Considera acertado el plan de liberalización del PP?
R. Hay prejuicios que trato de combatir, como que la política de liberalización de los mercados acabe siendo una bandera de partidos conservadores. Éstos, por su extracción y sus vínculos, no van a luchar por los derechos del ciudadano, sino en favor de intereses corporativos establecidos. Y parece que desde la izquierda no está bien que se encabece la liberalización. Ellos [el PP] dan pasos adelante y atrás y, en concreto, desconocemos cuál es el horizonte de liberalización de telecomunicaciones.
P. ¿Y en materia fiscal?
R. Al Gobierno le gustaría bajar los impuestos y particularmente los más altos. Han hecho menos de lo que les hubiera apetecido, porque tienen que cumplir las condiciones de Maastricht y no se pueden poner en peligro. Creo que la reducción del tratamiento de las plusvalías no es adecuada y convendría haberla hecho en un proceso de armonización fiscal en la UE y tratando de compensar en las rentas de trabajo. Otro tema en el que se ha equivocado, seguramente yendo más allá de lo que las CC AA pedían, es la corresponsabilidad fiscal, que puede llevar a una desarmonización fiscal y, además, el coste en materia presupuestaria puede ser importante.
P. ¿La interpretación política de Maastricht va a permitir la incorporación de Italia y España?
R. Es una desgracia que haya una conexión, que la hacen los políticos, pero que puede prevalecer. Cuando llegue el examen cada uno será aprobado o no en función de sus méritos. Y salvo que ocurran desestabilizaciones cambiarias, España va a estar en condiciones de aprobar.
P. Se le ha criticado que mantuvo la peseta sobrevalorada.
R. Lo he analizado. A algo contribuyó que, quizá, la política fiscal hubiera podido ser más restrictiva. Pero estoy persuadido de que a pesar de ello, no hubiéramos podido evitar que estuviera en la parte más alta del Sistema Monetario Europeo. Era bastante difícil no tener una política monetaria muy restrictiva para evitar que la inflación se te fuera de las manos.
P. Habla en su libro de una burbuja especulativa. Fue durante aquel periodo cuando se produjeron los mayores pelotazos.
R. Se produjo una afluencia de capital extraordinaria por la transformación de los mercados financieros y la mayor libertad de los movimientos de capital. Pero habría que distinguir lo que es ganar dinero con plusvalías rápidas y los comportamientos irregulares, que es posible que con este caldo de cultivo se multiplique más fácilmente, pero son de otra naturaleza. Que venga KIO e invierta no debía llevar más que a una subida de los precios de los bienes en que invierte. Pero que luego su gestor aquí [Javier de la Rosa], con o sin complicidades, vacíe la caja de esa compañía no tiene nada que ver con el pelotazo.
P. ¿Cuándo piensa volver a la política?
R. Sin urgencias. No me gustaría que alguien entendiera que la publicación de este libro es como la antesala de mi vuelta a la política. No es inmediata. Si el partido me propone hacer alguna cosa, seguramente lo consideraré. Pero no soy yo el que se va afectar para tener un mayor protagonismo.
P. ¿Después del Congreso del PSOE puede cambiar de actitud?
R. Puede, pero no es como los otros dos anteriores, cuando sí me ofrecí para estar en la dirección del partido. Más bien me planteo volver el momento en que haya nuevas elecciones.
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