Los 'buenos modales'
Hasta hace pocos días me preguntaba por qué en Madrid tenemos tan buenos modales. Por qué la educación en la capital de un país convergente con Mastricht es tan buena, pero ya tengo una respuesta.La verdad es que ya estoy harto de que, cuando señalizas que vas a aparcar un coche, el de atrás se pega y te pita y no te deja meterte; que los semáforos en amarillo significa "acelera que empieza la veda de peatones"; de la gente que te pisa con sus tacones o sus botas en el metro y ni te mira (cuanto más, decirte "cuánto lo siento"); de los que fuman en vagones, andenes, escaleras y pasillos del metro; de la gente que grita por la calle; de los listillos que en los atascos de fin de semana se creen qué el arcén acaban de hacerlo para ellos; de los que se cuelan en la fila del autobus o de la vez de la pescadería; de los que en su vocabulario se les han olvidado palabras tales como "buenas tardes" o "perdone" o "gracias".
Pero, claro, qué podemos esperar de una sociedad cuya mayor aspiración social es ver fútbol gratis por la tele; que permite que droguen a inmigrantes para que no molesten a la hora de ser deportados; que tolera que se acumulen los alumnos en los centros educativos o que las listas de espera para las consultas preferentes se demoren en más de un ano; que aplaude cómo se privatizan las industrias públicas que generan ingresos al Estado. En definitiva, a todos-as que consienten que las raíces y la historia, de su pueblo se destruyan para hacer aparcamientos donde, antaño se nos gritaba "¡españoles todos!"'.
Evidentemente, es verdad que cada pueblo tiene el Gobierno que se merece. A los madrileños, con nuestros modales y nuestra educación, es normal que nos tocara un Gobierno a juego con nuestra conciencia social y urbana.-
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