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Reportaje:

Fobia a Clinton

La pasión conspiratoria de EE UU atribuye al presidente asesinatos, adultierios, espionaje y narciotráfico

Malas noticias para los que no pueden ver al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, ni en pintura: Kenneth Starr, el investigador especial del caso Whitewater, ha llegado a la conclusión de que Vincent Foster se suicidó porque estaba deprimido. No lo mataron, por orden de Bill y Hillary Clinton, agentes de los servicios secretos que maquillaron hábilmente el suceso. Tras dos años y medio intentando vincular a los Clinton con la muerte de Foster, Starr debe aceptar la versión adoptada en su momento por la policía de los parques nacionales de Estados Unidos, el FBI, una comisión independiente de investigación y la viuda de Foster.Da igual. Aunque esa conclusión exculpatoria procede de un Starr conocido por sus simpatías republicanas y deseoso de hincarles el diente legal al. presidente demócrata y su esposa, los Clinton haters (los que odian a Clinton), como les llamaba el pasado domingo la portada de The New York Times Magazine, seguirán convencidos de que hay "algo muy misterioso" en el suicidio de un disparo en la cabeza de Vincent Foster el 20 de julio de 1993. ¿No era Foster amigo de los Clinton y antiguo socio de Hillary en un despacho de abogados de Little Rock? ¿No trabajaba en la Casa Blanca como consejero jurídico encargado de lidiar con Whitewater? ¿No han escuchado ustedes los rumores de que fue amante de Hillary, de que tenía documentos comprometedores para la pareja presidencial, de que pensaba confesarlo todo antes de que su cádaver fuera encontrado en un parque de Virgina próximo a Washington?

Y es que para los que presentan síntomas de la fobia a Clinton, el presidente está implicado en, exactamente, 56 asesinatos, si se suman los de su etapa de gobernador de Arkansas y los de su estancia en la Casa Blanca. A ellos habría que añadir imnumerables aventuras amorosas, la financiación de cinco de ellas con fondos del Estado de Arkansas, tráfico de armas y cocaína con América Central, espionaje para Rusia... Hasta su madre es acusada de haber participado en dos asesinatos cuando trabajaba de enfermera.

"Probablemente, ningún presidente en ejercicio ha sido tan vilipendiado como Clinton", escribe Philip Weiss en The New York Times Magazine. A través de panfletos, libros, vídeos, tertulias radiofónicas, textos de Internet, prensa amarilla como The New York Post o no tan amarilla, como las páginas editoriales de The Wall Street Journal, las denuncias más insensatas contra Clinton llegan a diario a decenas de millones de norteamericanos. Resulta difícil diferenciarlas de otras con visos de verosimilitud.

Se han dado varias explicaciones a la fobia hacia Clinton. Una es política: es un presidente demócrata en un país mayoritariamente republicano. Otra es generacional: es un baby boomer, uno de los jóvenes que en los sesenta se opusieron a la guerra de Vietnam, probaron marihuana e hicieron otras cosas poco conservadoras. Una tercera está relacionada con el odio misógino que pro vocan la inteligencia y el activismo de su esposa. Una cuarta es la nube de escándalos plausibles que le rodea. La buena noticia de la semana para los Clinton haters es la existencia de pruebas de que Clinton alquiló el dormitorio Lincoln de la Casa Blanca a un puñado de ricos y famosos que en tregaron cheques superiores a los 50.000 dólares (7,2 millones de pese tas) para contribuir a su reelección.

Pero por encima de todo está la popularidad de la que disfrutan en Esta dos Unidos las teo rías conspiratorias, las explicaciones contra más o menos paranoicas de crímenes, Clinton accidentes o fenómenos extraños. La mayoría de los norteamericanos creen que a John Fitzgerald Kennedy lo mató la CIA y que Martin Luther King fue víctima de una con jura organizada por el FBI de John Edgar Hoover; la mitad está convencida de que el vuelo 800 de la TWA fue abatido el pasado mes de julio por un misil de la Marina, y una amplia minoría cree que la popular serie televisiva Expediente X tiene razón al denunciar que Washington oculta las visitas efectuadas por los marcianos.

O sea, que no es extraño que el productor californiano de cine Pat Matrisciana haya vendido por correspondencia 300.000 copias del vídeo The Clinton chronieles, donde se recogen las acusaciones más delirantes contra el presidente, incluida la de que en un viaje a Moscú en sus tiempos de estudiante "hizo negocios con Rusia contra Estados Unidos".

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