Pinchar la burbuja
Alan Greenspan es un hombre que habla muy poco. En Europa, cuando participa en las reuniones del Banco Internacional de Pagos, en Basilea (Suiza), difícil es, según varios banqueros consultados, arrancarle un par de palabras. Los banqueros coinciden en que cuando finalmente Greenspan habla es porque tiene algo que decir.En diciembre dijo que los mercados mostraban una "exhuberancia irracional". Wall Street pasó de Greenspan. El objetivo de un índice Dow Jones de 8.000 puntos ha dado paso inmediatamente a otro de 10.000 puntos. Por ello, ayer, Greenspan volvió a describir el clima especulativo y alertó sobre la posibilidad de una subida de los tipos de interés.
Los precios de los títulos que se negocian en la bolsa son ahora, a ojos de la Reserva Federal (el banco central de EE UU) más elevados en relación a los beneficios reales y previstos de las empresas que en cualquier momento del periodo posterior a los años veinte en Wall Street. De ahí la preocupación.
Las advertencias de Greenspan tienen lugar en un momento especial. El Congreso, dominado por los republicanos, puede impulsar un recorte del impuesto que grava los beneficios del capital, un tema que el presidente Clinton quiere limitar al crédito fiscal de las familias y a los propietarios de viviendas.
Un recorte fiscal generalizado para los beneficios supondría alimentar la especulación en Wall Street en lugar de reducirla, como quiere Greenspan. Esta preocupación ha generado otro debate en amplios círculos de Washington, en torno a un impuesto sobre las actividades especulativas. La idea la lanzó el premio Nobel James Tobin: un impuesto sobre las transacciones en los mercados de divisas para moderar su actual ímpetu.
Ahora, economistas como Robert Kuttner, por ejemplo, sugieren aplicar los ingresos producidos por un impuesto de ese tipo a financiar inversiones a largo plazo. La idea es limitar el recorte de los impuestos a las inversiones de largo plazo y elevar los gravámenes a la especulación pura y dura. De este modo, la Reserva Federal no necesitaría elevar los tipos, que terminarían por bloquear la actual expansión económica.
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