Zedillo ordena una limpieza a fondo en la Procuraduría General de México
El escándalo desatado en México por las acusaciones de estrechos vínculos entre el ahora encarcelado jefe de la lucha antidrogas y dos gobernadores ha obligado al presidente Ernesto Zedillo a ordenar medidas drásticas. La Procuraduría General de la República (PGR) -una combinación de Ministerio de Justicia y Fiscalía- será sometida a una limpieza inmediata y a fondo como exige el presidente. La situación no es para menos. México vive "la peor crisis en la historia (moderna) de la impartición de justicia". El procurador, Jorge Madrazo, pronunció estas palabras ayer tras delinear de manera bastante superficial los cambios con los que Zedillo pretende desterrar la corrupción de la institución.Madrazo rechazó que el objetivo de esta "reforma integral" -la enésima anunciada y en este caso cuando no han pasado ni tres meses desde la fulminante destitución del anterior equipo que dirigía la PGR- sea complacer al Gobierno de Bill Clinton para que dé su visto bueno a los esfuerzos de México contra el narcotráfico. Para gran parte de la sociedad mexicana, las inquietantes revelaciones de estos días son una campana orquestada desde el norte del Río Bravo.
Parece que la expulsión de 800 policías federales el pasado verano, una cuarta parte de los agentes de la institución, presentada como una auténtica depuración, no ha sido suficiente para convertir a la PGR en un organismo de fiar. Ése es el objetivo. La tarea, ordenada por Zedillo, no parece fácil. Hay que eliminar "la corrupción, la ineficacia y la simulación", afirmó Madrazo.
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