El Depor entierra su pesadilla

Sucedió hace sólo unas semanas pero parece que hubieran transcurrido años. El Deportivo vivía una pesadilla, una especie de guerra civil entre el entrenador, los futbolistas, la afición y los dirigentes. Sobre el césped se derrochaba cada semana una pila de millones y la gente acudía a Riazor con el único propósito de escupir veneno. Se fue el señor del banquillo, llegó otro señor de verbo menos encendido y apariencia más venerable y el Deportivo se ha revolucionado. Anoche propinó al Betis su primera derrota en campo ajeno de toda la temporada y obsequió al público con un ejercicio magnífico, un remanso de ilusión que ha enterrado la reciente pesadilla en los últimos rincones de la memoria. Y sobre todos descolló la figura de Rivaldo, que destapó su verdadera estatura de futbolista.Establecida la conexión patriótica con el banquillo, Rivaldo se ha erigido en el general del equipo: pisa el área, baja a organizar, sube a rematar de cabeza, se repliega otra vez para presionar al contrario, levanta la mano en los saques de meta para que el portero sepa bien dónde está... Alrededor de Rivaldo florece -el fútbol de los demás: la pulcritud de Martins, el poderío de Mauro, el carácter de Nando y la buena colocación de todo el equipo, siempre agrupado en tomo a la pelota, como tiene que ser.

Con este arsenal, el Deportivo se presentó en plan dominador, dispuesto a imponar su jerarquía y a dictar el sentido del choque. Al principio se atoró un poco por el mal endémico que sufre el equipo en la punta del ataque. Ayer estaba Renaldo pero por lo visto hasta la fecha este futbolista ofrece algunas dudas. Se le ha visto mucha movilidad, algún regatillo y una extraña tendencia a dar tumbos por los suelos. Nada resolutivo, aunque sería injusto descalificarle ya.

El Betis se encontró cómodo en su posición de esperar y ver. Es un equipo que en ocasiones parece demasiado denso, muy atento a obstruir y poco a crear. Hasta que aparece Alexis, repara las cañerías con un simple y eficaz movimiento y lanza por los costados a sus dos gacelas, una africana (Finidi) y otra balcánica (Jarni). Este último apenas se dejó ver anoche pero a Finidi le bastaron un par de correrías para dejar constancia de los verdaderos planes del Betis.

Como no podía ser de otro modo, el partido lo descosió Rivaldo compinchado con Martins. El francés sacó un córner muy cerrado al primer palo donde el brasileño parecía haberse escondido. Le llegó la pelota a la cabeza, la peinó suavemente y dejó a todo el mundo boquiabierto cuando la pelota entró pegadita al madero contrario. Fue la señal del comienzo de la fiesta.. Antes del descanso Nando sentenció con un imponente zurdazo y desde ese momento Riazor se abandonó al entusiasmo. El partido ya sólo tuvo el nombre de Rivaldo. Cada intervención suya (una carrera frenética, un regate burlón, un pase, un robo de pelota ... ) constituyó un hermoso regalo. Ya en el intermedio la megafonía del estadio atronaba con ritmo caliente: "Brasil, un país tropical / mira qué belleza...".