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La terminal de los 'panchitos'

Vicente González Olaya

, Gerardo Herrero, presidente de la compañía aérea Air Track, era ayer un hombre feliz: sus aviones fueron ayer los primeros, y de momento los únicos, que utilizan la base militar de Torrejón con fines comerciales.La presentación oficial a los medios de comunicación del primer día de uso civil de este aeródromo -se acercaron más de 60 periodistas a la base militar- se convirtió, ante la falta de otros interlocutores, en continuas entrevistas con Herrero.

"Utilizamos este aeropuerto", dijo el presidente de Air Track, "porque nos ha obligado la realidad de Barajas. No teníamos autorizaciones de vuelo suficientes a las horas que nuestros clientes nos pedían y hemos decidido trasladar dos vuelos a Torrejón. La semana que viene aumentaremos la cifra a cuatro diarios. Lo importante para nosotros son los clientes, nuestro principal y único activo".

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La zona destinada a vuelos civiles presentaba ayer un aspecto algo tristón. La única terminal de pasajeros existente la constituye una construcción de ladrillo de poco más de 15 metros de longitud. En su interior hay una veintena de sillas, una máquina expendedora de panchitos, otra de bebidas, un arco detector de metales, un guarda jurado y dos guardias civiles. "No ha pasado nadie en todo el día por aquí", explicó un guardia civil con gesto de resignación. "Es normal", añadió, "porque el control está en Barajas. Este lo tenemos por si hay algún imprevisto".

Los periodistas se fueron entonces a buscar más explicaciones fuera de la terminal. Encontraron a Juan Tejada, delegado de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) en Torrejón. Tejada reconoció que ninguna otra compañía aérea iba a utilizar, de momento, la base. "No, no hay ninguna interesada, pero seguimos manteniendo conversaciones. No podemos obligarlas a venir", dijo.

Luego, los periodistas preguntaron por la gran explanada de hormigón que se encontraba a sus pies. "Es el aparcamiento para los aviones comerciales", dijo el responsable de AENA. Estaba vacío, ya que los aviones de Air Track habían vuelto a su base de Pamplona.

El silencio de la mañana soleada se rompió cuando tres F-18, pertenecientes al Ala 12 del Ejército del Aire, despegaron. Todos los congregados miraron al cielo. "¡Qué bonitos! ¿A dónde irán?", dijo una periodista. Sus colegas, mientras tanto, se volvieron al autobús que les había trasladado hasta la base.

Ningún vuelo comercial volvió a operar ayer en la base. Hasta hoy, cuando el moderno aparato turbohélice de Air Track llegue de Pamplona, para despegar más tarde de vuelta a la capital navarra.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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