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Toshack salva el pellejo

El Deportivo logra igualar al final a un Espanyol que le tuvo contra las cuerdas

Xosé Hermida

En la misma noche, Raúl compaginó los papeles de héroe y de villano. El guardameta del Espanyol salvó a su equipo en la primera parte con una soberbia exhibición y, cuando la eliminatoria parecía definitivamente decantada, un estridente error del propio Raúl despejó el camino para que el Deportivo y Toshack salvasen el pellejo en los 10 minutos finales, con el partido abocado a un nuevo drama coruñés.Riazor recibió a su técnico con indiferencia, engrasó el cargador durante buena parte de la noche y acabó con una borrachera de júbilo tras los providenciales cabezazos de Maikel y Rivaldo.

Definitivamente, el Deportivo es el club de los líos. Ya no eran pocas las discordias que corroían al conjunto coruñés, para que otro incidente avinagrase los prolegómenos del partido. El jugador brasileño Flavio Conçeiçao abandonó por la tarde el hotel de concentración del equipo después de que Toshack le comunicase que no sería titular. El galés prefirió cubrir su puesto en el centro del campo con un defensa, Helder. El experimento desembocó en el imprevisible fiasco.

Helder consumió 45 minutos tratando de reponerse de su despiste, hasta que el técnico galés se vio obligado a rectificar en el descanso. Otra extraña genialidad táctica de Toshack; otro lío más para un colectivo al borde de la neurosis, en el que da la impresión de que a cada uno sólo le importa ya defender su hacienda, aunque con ello arruine la de todos.

A este enfermizo gusto a la bronca que exhibe últimamente el Deportivo, se unió anoche el infortunio, o la incapacidad para marcar goles, si es que alguien prefiere una explicación menos ligada al azar. Aun sin encontrar nunca el punto exacto de su juego, el Deportivo dispuso en la primera parte de cinco ocasiones de esas que anuncian el gol a todo volumen. En todas ellas, Raúl estuvo inmenso, incluido en un magnífico remate de tijera del francés Martins.

Sin la soberbia actuación de su guardameta, el Espanyol, escondido desde el primer minuto, nunca se hubiese llevado el encuentro. Pero la seguridad de Raúl se contagió al resto del equipo, que halló además el gol en su primer contragolpe claro, una jugada eléctrica entre Benítez y Raducioiu. El tanto hizo recordar las mejores virtudes del añorado Espanyol de José Antonio Camacho y animó definitivamente al jugador rumano, quien en otra relampageante arrancada, al inicio de la segunda parte, pareció dictar sentencia.

El conjunto deportivista lanzó una ofensiva tan desordenada e inconsistente, que cada contragolpe del Espanyol era como una premonición de la goleada. Sin embargo, el argumento del partido se puso patas arriba en los 10 últimos minutos, por esas sorpresas que el fútbol siempre se reserva misteriosamente.

Raúl saldó primero sus deudas con el Deportivo, en una estrepitosa cantada que facilitó el cabezazo de Maikel. Otro testarazo del brasileño Rivaldo arrancó al público del fatalismo al que ya se había rendido.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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