Braque, más allá del cubismo
Londres dedica una gran exposición a la obra madura del pintor francés
Georges Braque (1882-1963) figurará siempre en los libros de historia del arte como uno de los padres, junto a Pablo Picasso, del cubismo. Más allá de este periodo extraordinario de su vida se extiende una etapa de afirmación artística que ha merecido mucha menos atención internacional. La Royal Academy of Arts de Londres ha escogido esta etapa para organizar u propio homenaje a uno de los grandes innovadores del arte del siglo XX.
Alrededor de medio centenar de cuadros pintados por el artista francés entre 1941 y 1963 integran la exposición que se inaugura hoy, celebrada por la prensa británica como una de las estrellas en el firmamento cultural de 1997. La muestra, a la que han contribuido museos y colecciones privadas -un cuadro procede de la colección Masaveu, de Oviedo-, estará abierta hasta el 6 de abril. El montaje se trasladará a continuación a la colección Menil, de Houston (Estados Unidos), del 2 de mayo al 31 de agosto.Los lienzos de los últimos 20 años de la vida de Braque muestran a un artista centrado en su propio universo, un universo más carnal, más tangible que el de los esquemáticos lienzos que produce durante los años de su asociación con Pi casso.
Los museos londinenses han descubierto una interesante veta en el recorrido por los períodos menos conocidos de los artistas contemporáneos. El año pasado fue el también francés Edgar Degas el pintor descubierto por los críticos, en sus cualidades "más allá del impresionismo". El Degas de la National Gallery hizo correr ríos de tinta en la prensa británica y quizás estimuló el ingenio de otros directores de museos.
La exposición sobre Braque en la Royal Academy of Arts de Londres pretende, como la dedicada a Degas, abordar un periodo de la vida y la obra de Braque menos agotado por el escrutinio de críticos y museos. Pero la idea, a juzgar por la confesión del director de la Royal Acaderny, Philip Dowson, en la introducción que figura en el catálogo, se remonta a va rios años atrás, y Dowson se la atribuye a un antecesor en el cargo, ya fallecido, Roger de Grey.
Tres series
Sea de quien sea el proyecto, la exposición produce una extraña impresión. Se trata de un recorrido a través de tres series especiales de cuadros producidos por el pintor, unos en su estudio de París -donde vivió durante prácticamente la totalidad de la II Guerra Munal-, otros en su estudio de Normandía, además de unos cuantos y perturbadores paisajes y exteriores.La exposición se mueve en tomo a tres grandes series: la de as mesas de billar, que se desarolla entre 1944 y 1952; los denominados estudios o talleres, entre 1949 y 1956, y las series de pájaros, que parecen obsesionar a Braque hasta su muerte, en 1963. En 1956, el pintor escribe: "He utilizado guitarras, esas, garrafas, arena y papel pintado para expresar todo lo ue quería. Ahora son los pájaros los que me ayudan a expresarme a mí mismo. Empecé en suelo y ahora me voy desplazando lentamente hacia el fírmamento". Quizás como un homenaje a Van Gogh, Braque pinta también mesas de billar, -un objeto que nunca figuré entre los inspiradores enseres de sus dos estudios-, desde todos los ángulos y perspectivas. Lo que está claro es que el pintor poseía un conocimiento profundo de su estructura. La serie de estudios -seis de los grandes lienzos de este grupo se exponen en la sala mayor de las cuatro dedicadas al Ultimo Braque- incluye el majestuoso Estudio VIII, propiedad de la colección Masaveu, de Oviedo, uno de los pocos en los que el pintor utiliza un deslumbrante colorido.
Braque despliega en estos lienzos la armonía plástica de un decorador de interiores, el oficio de su padre, del que el joven Georges se apartaría para centrarse en la pintura, que constituyó la gran pasión de su vida. Braque amaba sus lienzos, sobre los que volvía una y otra vez, borrando objetos, destacando otros, limando y puliendo la obra hasta el final. Su obra Hombre con guitarra, por ejemplo, fue iniciada en 1941, pero el pintor le dio el último brochazo en 1961.
Los acontecimientos de esa atormentada etapa del siglo XX apenas se dejan traslucir en la obra de Braque. John Golding, pintor y organizador artístico de la muestra, opina lo contrario. A su juicio, las dos grandes guerras influyeron profundamente en la vida y en el arte del pintor.
En la etapa previa al estallido de la primera cristaliza su amistad y colaboración artística con Picasso (1881-1973), sólo unos meses mayor que él. Pero Braque fue movilizado y sufrió una herida de gravedad en la contienda. A su regreso a París, la relación con Picasso se enfría y Braque sigue su propio camino artístico. El estallido de la II Guerra Mundial le pilla en su estudio de Varengeville, en Normandía, y los Braque deciden regresar a París, donde transcurre su vida durante estos años. La estufa, uno de los lienzos que figuran en la exposición de la Royal Academy, es testimonio, según los críticos, de las duras condiciones de la vida en aquellos años.
Más allá de cualquier simbolismo, la estufa forma parte de los objetos del estudio del pintor representados, hasta la saciedad en su obra, casi un tercio de la cual son bodegones. A diferencia de Picasso, con quien le unió una gran amistad personal y juntos inventaron la revolución cubista, no se puede hablar de las mujeres de Braque, al preferir las naturalezas muertas. Los objetos, más que las personas, y su relación con el espacio, centraban todo su interés.
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