Urrusolo, un falso economista amigo de los niños
José Luis Urrusulo Sistiaga tenía engañados a los 600 ve cinos de Roumagne, una pe queña localidad rural situada un centenar de kilómetros al este de Burdeos. El hombre frío cuya dura mirada no ha podido olvidar Emiliano Revilla, quien nunca vio el rostro completo de su secuestrador durante su prolongado cautiverio en manos de ETA; el experto en el tiro en la nuca y en la escurridiza huida; el geperal capaz de lanzar un órdago a la cúpula de la banda terrorista y ganar, era en su granja del sur de Francia un vecino ejemplar.Allí le conocían como Daniel Salinas, un economista español muy integrado en la vida social de la aldea que siempre tenía un momento para jugar con los niños. Él y su esposa, Gema Pérez de Berrueta, habían logrado una perfecta adaptación a la plácida vida de la campiña francesa.
Hace dos años que Urrusolo vivía en una granja enclavada en un lugar solitario y aislado en las afueras de Roumagne, en entrañable convivencia con su peculiar familia y sus animales domésticos. Sus vecinos no daban ayer crédito. Dos testimonios recogidos en el pueblo por Antena 3 Televisión dan, muestra de la capacidad camaleónica del etarra de las mil caras. Uno de los vecinos incluso esperaba ayer ver de nuevo a Daniel Salinas para convencerse de que su "agradable y educado" vecino no puede ser el mismo hombre que el sanguinario general etarra José Luis Urrusolo Sistiaga.
"Esta mañana me llamó una madre", una de las que dejaba a sus hijos jugar con Urrusolo, "y me dijo que estaba en trance", declaraba ayer este vecino de Roumagne. "Dime que no es cierto', me pedía; cuando le he dicho que sí, se ha puesto a llorar".
La habilidad de El Largo para inventarse la imagen más conveniente en cada ocasión queda patente . en sus dos últimos años en Francia. Una vecina calificaba ayer a Urrusolo, Daniel Salinas, de "muy simpático", para destacar que "le gustaba jugar con los niños". Sin salir de su asombro, la mujer relata que Salinas llevaba a los pequeños a la biblioteca a leer y a buscar libros". Sin caer aún en el pánico, confesaba: "Mí hija jugaba con la suya".
La amabilidad de Daniel Salinas con sus vecinos le había llevado incluso a instalar una pequeña piscina para los niños en su granja. La misma granja en la que la policía busca ahora un zulo donde puede haber armas y material explosivo. La misma en la que el economista trabajaba con un ordenador donde la policía espera encontrar valiosa información de ETA. La vecina se sobrecoge: "Nunca habríamos pensado esto".
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