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Desbaratado, insufrible y chocarrero

No es de extrañar que estuvieran todos sudando a chorros. La espesura de la zafiedad y la grosería creaban en la es cena un ambiente de asfixia que en nada podría relacionarse con los aires del deporte, el juego limpio, la participación infantil y no sé cuántas cosas más con las que se anunciaba el programa de Pedro Ruiz. Pero hay cosas que no tienen apaño. Si Pedro Ruiz ha cultivado a lo largo de un decenio la broma burda, el lenguaje soez y la astracanada, el estilo tenía que salir por alguna parte. En El Domin ... gol, brotó por todos los rincones. Y había tantos rincones como para media docena de sets. Allí estaban, además chicas florero por todas partes en falsa correspondencia con los estudios que aseguran una creciente afición femenina por el balompié. Chicas del programa que declaraban no interesarles lo más mínimo el fútbol y otra chica entrevistadora, muy atolondrada, que tiraba abajo el cuidado que Ruiz puso en que no se tomara por machista alguna cosa.

Luego él se encargó de demostrar hablando de la punta del chorizo sin pellejo de Almendralejo o del pito del árbitro, que el problema no se encuentra en el feminismo sino en sus mefíticas elecciones. Y los niños allí delante.

También estaba allí, y por un tiempo eterno, el pobre señor Antic, al que por largos intervalos no se le hacía caso o se le abordaba con cuestiones de peregrino interés. Y eso que se había vestido como para una gala.

Por si faltaba poco, llegaron también, sin que se advirtiera relación, las componentes del grupo Ella baila sola a las que tampoco les interesaba en absoluto el fútbol. O, para colmo, la mismísima mujer de Brito Arceo con el propósito -se supone- de dar entrada a las telesposas.

En definitiva, llevábamos más de hora y media y todavía le quedaban a Pedro Ruiz algunas sandeces más que no le dio tiempo a exhibir. No es de extrañar que terminara agotado. El programa, a través de su presencia en sucesivos sketchs, una vez disfrazado de Einstein, otra de argentino y otra más de Antonio Gala o de Jordi Pujol parecía un intento de explotarse a sí mismo a toda costa. Y de hacernos explotar a los demás.

Los aficionados, si todavía no está claro, esperamos de un programa como éste lo que fue exactamente Sólo goles, que Matías Prats condujo con elegancia, sobriedad y competencia. Se entiende mal qué artimañas y malos consejos pueden haber hecho desembocar a TVE en un esperpento como el de Domin ... gol, desbaratado, insufrible y chocarrero. Ni al fútbol corresponde un trato así, ni los aficionados o las nuevas aficionadas merecen esta tortura por el deseo de conocer el resumen de la jornada. La abundancia de ideas fútiles, el ir y venir de una tontada a otra superior, las anécdotas extemporáneas que llevaban incluso a los horarios de los paritorios, el cesto, en suma, de desperdicios periodísticos compusieron un sumario de basuras. Con un mal agregado, además: era una basura pretenciosa. Tan desorientada respecto a su condición, que aún tuvo la osadía de autonaunciarse más promiscua en las ya temibles ediciones de domingos sucesivos.

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