El coraje de una madre
Soy médico en ejercicio, pediatra, desde hace casi 40 años. Mis responsabilidades profesionales me han llevado a tener que decir a las familias: su hijo ha muerto, el recién nacido es mongólico, o el bulto en el abdomen es un cáncer. En esos momentos sientes el nudo del corazón en la garganta, miras a ojos que se enturbian por las lágrimas, te oprime la agonía lacerante del dolor ajeno. Por eso, cuando he visto a la viuda del teniente coronel Cuesta, asesinado por ETA, dirigirse al colegio de sus hijos a explicarles que han matado a su padre, que no lo tendrán más, que se lo han arrebatado, he compartido, al otro lado del televisor, el coraje de esa madre, de esa mujer valerosa, que en medio de la opresión de la angustia tiene que ir a comunicar el dolor a sus hijos. Tras la repugnancia del crimen, esta imagen ha sido el apoyo para mantener mi última dignidad como hombre, como médico, como vasco.-
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