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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Monsalvatge frente a Dalí y Cadaqués

El primer concierto que este año ofrece el ciclo de Ibermúsica prometía mucho y ha dado todavía más. No porque sea novedad la sólida figura del maestro Rozhdestvenski ni tampoco porque constituya noticia el excelente rendimiento de la Orquesta de Cadaqués, sino por la categoría de la obra de estreno: Folía dalíniana, de Xavier Monsalvatge, sinfonía concertante con solistas de flauta, oboe, clarinete y fagot y la intervención de un breve grupo de percusión.El compositor de Gerona, con sus 84 años a la espalda, vuelve a uno de sus paisajes más queridos y lo hace uniéndolo a un nombre ilustre de la historia artística catalana: el paisaje, maravilla entre las maravillas, es Cadaqués y el artista Salvador Dalí. Ya hace años, en 1972, Monsalvatge nos dio la preciosa Serenata a Lydia de Cadaqués, tras la que se alzaba la sombra del querido y admirado Eugenio D'Ors. Sobre el extraño personaje entre real e imaginario de Lydia escribió don Eugenio una de sus más bellas narraciones, y Monsalvatge, muerto ya el pensador, la llevó a la orquesta con solo de flauta.

Ciclo Ibermúsica / Caja de Madrid

Orquesta de Cadaqués. Director: G. Rozhdestvenski. Solistas: J. Martín (flauta), C. Cowie (oboe), J. E. Lluna (clarinete) y R. Gough (fagot). Auditorio Nacional. Madrid, 10 de enero.

Todo aquello queda muy lejos y ahora cuando retorna Monsalvatge a Cadaqués lo hace con esta hermosa partitura que sobre las emociones intrínsecamente musicales posee otra más: la de ver a su autor creando con espíritu vivo y aire juvenil. Sólo se advierten los años en un aspecto: la absoluta maestría de escritura, el dominio que ya ha lucido en tantas páginas como, por ejemplo, el Diálogo con Federico Mompou, o la espléndida Sinfonía de réquiem de final de la década de los ochenta. También a Cadaqués dedicó el músico en 1992 los bellos Sortilegis y ninguna palabra cuadra mejor a la villa y a su entorno.

Perspectivas

Gran apasionado de la pintura, Monsalvatge amó siempre la ferviente creatividad de Salvador Dalí, al que en su Folía quiere evocar con palabras y conceptos propios y por medio de una estructura concertante. Ha hecho, por decirlo al modo pictórico, un gran trabajo de perspectivas, ha encontrado los misterios cambiantes de la luz y ha jugado con los colores simples o combinatorios tan característicos de su invención. Y en todo caso ha sabido usar del raro don de la sutileza gracias al cual toda expresión de arte auténtico agudiza su atractivo y aumenta su elocuencia si entendemos el término en su mayor pureza. Apretada de forma -cuatro secciones o movimientos que se desarrollan sin solución de continuidad- y con una parte de alto y nobilísimo virtuosismo para los solistas (Jaime Martín, Cristopher Cowie, Joan Enric Lluna y Rachel Gougli, insuperables- la última invención del autor de las canciones negras constituye más que una llamada al orden, el orden mismo; más que una expresión ecléctica, la exteriorización de un pensamiento libre determinado por una exquisita sensibilidad.El éxito es de los que se dan muy pocas veces en un estreno de autor actual, condición propia de Monsalvatge y su música por esencia y lenguaje, al margen de radicalismos arrumbados por el tiempo. Lo afirmaba Luciano Berio: lo importante es siempre la obra y el autor. El músico catalán recogió las largas ovaciones desde su localidad y sin "salir a los medios". Bien es verdad que los profesores de la Orquesta de Cadaqués, con Rozhdestvenski al frente, dieron una versión absolutamente dominada y clarísima de la nueva obra, por lo que el público les dedicó sus aplausos tal como lo hizo tras la Octava sinfonía de Beethoven, dirigida con sello personal, acusado, vigor y concepto muy individual de algunos tiempos. Mas por esta vez el triunfador grande, el divo, fue Xavier Monsalvatge.

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