Accidentes

En estos últimos días han sucedido diversos accidentes que, por su trascendencia, han ocupado el interés de los medios de comunicación. El oleoducto Rota-Torrejón-Zaragoza sufrió un incendio tras ser rota la conducción por una máquina excavadora; una galería de servicio del aeropuerto de Barajas sufrió otro incendio al ser alcanzada una conducción eléctrica de media tensión por una máquina perforadora.1 . Estos dos sucesos, conocidos por sus graves consecuencias, son solamente la muestra de una larga serie de accidentes que ocurren de forma cotidiana cuando se realizan obras de excavación o perforación, y que, en la mayoría de los casos, son los frutos de la negligencia y la improvisación.

Cuando se realizan obras de enterramiento de conducciones tan importantes y potencialmente peligrosas como un oleoducto o una galería de servicio, vital para, la seguridad de un aeropuerto, es seguro que se realizó una cartografía detallada de tales conducciones, la cual, si se hubiera consultado, hubiera permitido replantear la correcta situación de las conducciones y sus profundidades; y en vez de haber dos lamentables accidentes, sólo habrían sido obras de mejora proyectadas.

Debería ser práctica habitual reflejar en planos topográficos la correcta situación y profundidad de las numerosas conducciones que discurren bajo nuestros pies y que esta información cartográfica estuviera disponible y se usara por parte de todas las empresas que excavan en nuestras calles-