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El verdugo cantó tres veces

El Estado norteamericano de Arkansas ejecuta de una tacada a un trío de condenados a muerte

El verdugo cantó tres veces en la madrugada de ayer en el Estado norteamericano de Arkansas. No hubo piedad para tres delincuentes condenados a muerte y los tres recibieron consecutivamente una inyección letal en la cámara de la muerte de Cummins Unit, una, prisión situada a unos 170 kilómetros de Little Rock, la provinciana capital de Arkansas donde comenzó su carrera política el presidente Bill Clinton, un firme partidario de la pena de muerte en determinados casos pese a su militancia en el mayoritariamente abolicionista Partido Demócrata.Los condenados, según relataron a la salida de la prisión abogados, fallecieron entre fuertes crisis de tos y retorcimientos musculares.

Maniatado con correas a la silla de ejecuciones, uno ellos, Kirt Wainwright, de 30 años de edad, condenado por el asesinato en 1988 de un empleado de una tienda en el transcurso de un atraco, esperó durante una hora a que el Tribunal Supremo se pronunciara sobre una postrera y desesperada solicitud de conmutación de condena a la pena capital.

Mientras aguardaba la decisión de los jueces, que finalmente fue negativa, Wainwright recitó de memoria un poema que había compuesto en su celda. Uno de sus párrafos decía: "Me han colocado aquí y mi corazón galopa rápidamente; pero no es miedo lo que siento, porque yo sólo temo a mi Dios. Si es necesario, estoy dispuesto a morir; mi alma volará a un lugar más alto".Los otros dos ejecutados, Paul Ruiz, de 47 años, y Earl Van Denton, de 49, habían sido condenados por los asesinatos de un policía y un guardia forestal de Arkansas cuando, tras escapar de una cárcel de Oklahorna en el verano de 1977, emprendieron un violento viaje a través de tres Estados norteamericanos. Las autoridades aseguran que mataron a siete personas, aunque en su juicio sólo pudo probarse las muertes de los dos representantes de la autoridad. Ruiz y Van Denton respondieron "no" cuando se les preguntó, si querían hacer una última declaración antes de recibir la mortal inyección. Sus corazones dejaron de latir en aproximadamente cuatro minutos, mientras que en el caso de Wainwright la pócima administrada legalmente tardó 12 minutos en conseguir su siniestro objetivo. El espanto se adueñó de nuevo de la minoría de norteamericanos que consideran brutal la pena de muerte y vergonzoso el hecho de que la practique una superpotencia que va pregonando la democracia y los derechos humanos. Numerosas organizaciones humanitarias habían hecho campaña contra esta segunda triple ejecución en Estados Unidos desde la restauración de la pena de muerte en 1976. "Ejecutar a tres seres humanos en el mismo día es un acto de barbarie practicado tan sólo por una decreciente minoría de países", declaró William Schulz, director de Amnistía Internacional.La anterior triple ejecución en el mismo día, en 1994, también tuvo como escenario una prisión de Arkansas. Hasta ahora, los Estados de Texas e Illinonis no han logrado alcanzar este récord, limitándose en ambos casos a dos ejecuciones consecutivas en 1995. Según Amnistía Internacional, un total de 56 personas fueron ejecutadas en 1996 en EE UU, situando a este país entre los cinco primeros del mundo que más practican la pena de muerte.En la puerta de la mansión en Little Rock del gobernador de Arkansas, una treintena de personas pasaron la gélida noche del miércoles al jueves a la luz de las velas para expresar su dolor por la triple ejecución. Pero el gobernador, Mike Huckabee, que antes de dedicarse a la política fue pastor de la iglesia baptista, rechazó cualquier solicitud de clemencia.

"La Biblia", había declarado Huckabee a sangre fría a la agencia Reuter a comienzos de esta semana, "no dice nada contra la pena de muerte. Al contrario, dice que quien a hierro mata, a hierro muere. Si Jesús hubiera tenido algo contra la pena de muerte lo habría dicho en la cruz".Como su predecesor en el cargo, Bill Clinton, el gobernador Huckabee cree que "hay crímenes tan viciosos, tan odiosos, tan despreciativos de la vida que la única respuesta es aplicar la pena de muerte".En un país donde en la actualidad triunfan en las salas de cine una media docena de películas consagradas al tema de la venganza, fue normal que Virginia Hamilton, la hija del policía de Arkansas asesinado por Ruiz y Van Denton, declarara en la misma prisión de Cummins Unit una vez ejecutada la pareja de delincuentes: "Estoy encantada de que se haya hecho justicia. Ahora el caso está cerrado. Ahora siento que mi papá puede descansar en paz".

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