"Este caso es un 3.9, huele a coma etílico"
Los sanitarios municipales hicieron 70 servicios, la mayoría por borracheras
Estratégicamente conectado, cualquier teléfono importante de la ciudad, el médico de guardia, del Samur, Pedro Crespo, se enteró la pasada Nochevieja de las desgracias ocurridas en las calles de la ciudad. Desde el corazón del cuartel general de las ambulancias municipales, en la plaza de Legazpi, con la emisora soltando ininterrumpidamente claves secretas que por lo genera vienen a significar problemas Crespo coordinó las salidas y entradas de los 14 coches que el Samur puso en funcionamiento esa noche delicada. Afortunadamente, no llovió, y tampoco hizo mucho frío. "Si llega a nevar como unas horas antes, nos cagamos", dijo en un momento de la noche el conductor del coche del médico. El principal temor del doctor consistía en los accidentes de tráfico a la salida de la discotecas y de las salas de flestas, cuando la juerga se ha terminado y uno se da prisa por volver a casa. Y la lluvia y la nieve hubieran complicado todo.Con todo, la noche, intranquila aunque no catastrófica, se saldó con un muerto por quemaduras, 20 reyertas con heridos leves y 61 accidentes de tráfico -la mayor parte topetazos sin importancia-. Las ambulancias del Samur llevaron a cabo 70 salidas, las más de las veces a atender borracheras; de quinceañeros.
La Nochevieja comenzó media hora antes de las 12. Un par de ambulancias del Samur se apostaron en la puerta del Sol, a la espera de accidentes provocados por las botellas que vuelan a esas horas en esa plaza. Una hora después, cuando el año llevaba 30 minutos en marcha, en la central del Samur recibieron una llamada de los bomberos: una mujer se encontraba en Vallecas inconsciente a causa de las quemaduras resultantes de un incendio declarado en su casa. La unidad móvil del Samur quiso trasladar a la mujer, de 80 años, que presentaba quemaduras de tercer grado en el 30% de su cuerpo, a La Paz. Pero era imposible: en este hospital, y a aquella hora, los médicos estaban desbordados atendiendo a los que llegaban con las manos quemadas por los petardos, según contó uno de los operarios de las ambulancias municipales. La anciana fue trasladada al Hospital Universitario de Getafe.
Nombres en clave
Y entonces, a eso de las dos de la mañana, empezó el baile de los "3.9", nombre en clave que reciben en la emisora las personas que, a causa de una borrachera, se encuentran inconscientes. De echo, en los radiotransmisores se oía de vez en cuando la expreión: "Esto huele a 3.9". Los sanitarios, veteranos ya en este tipo e noches, sonreían. "La mayoría de las veces son quinceañeros asustados que llaman porque su amigo ha pillado una buena tajada", decía uno de los empleados del Samur. A lo largo de la noche fueron atendidos por el Samur más de cuarenta casos de comas etílicos.Lo que más temía Castro llegó a eso de las seis de la mañana: uno de los primeros accidentes de tráfico ocurridos a la salida de los locales de fiesta. Ocurrió en el Paseo de Extremadura. Y había un bebé afectado. Castro salió como una bala y montó en el jeep. Por el camino, no dejaba de mandar mensajes a otras ambulancias. En siete minutos se plantó en el lugar del accidente. La policía nacional ya controlaba el tráfico. Nadie estaba, herido de gravedad. Crespo se fue hasta el bebé y lo reconoció tanteándole. Nada. Otro sanitario del Samur explicó: "En un principio, vimos que no salían del coche, por lo que pensamos que era más grave". Así que el topetazo se convirtió en un asunto más de circulación que de hospitales. Parecido fue en todas las ocasiones. Menos en una. Con el amanecer llegó el final de la fiesta, el deambular de los que vuelven a casa y la noticia: la anciana atendida por quemaduras, a resulta de las heridas acababa de morir a las ocho de la mañana en el Hospital Universitario de Getafe.
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