¡Bien por 'Roseanne'!
Lunes, 16 de diciembre, 15.30 horas. Me dispongo a ver la serie Roseanne. Me encuentro con un magnífico capítulo que, grabado en blanco y negro, realiza una (feroz) parodia / crítica de las series norteamericanas de los años cincuenta y sesenta en las que aparecían familias perfectas y felices que destilaban un machismo bochornoso. ¡Bien por Roseanne! Terminado el capítulo, zapeo y voy a parar a un canal público en el que están poniendo una telenovela. Por curiosidad, decido dedicar un tiempo a verla y me encuentro (¡oh, contrastes de la vida!) con el siguiente panorama: la protagonista, que constantemente hace saber a los que la rodean lo "rebruta" (sic) que es (aunque, eso sí, muy mona ella), se pasa la mayor parte del tiempo gimoteando y gritando. Su marido, además de tener una amante, está dominado y guiado por su madre, la cual no pretende otra cosa que quedarse con el dinero y propiedades de la chica para, después, hacerla desaparecer de su vida. La hermana de la protagonista, que no es mucho más espabilada, también es muy mona; trabaja de secretaria y viste minifalda muy ajustada; su jefe, maduro y acosador en potencia, no hace más que pensar en cómo montárselo para ganarse sus favores (y, de paso, los de su hermana); mientras, una compañera de trabajo "veterana" le recomienda a la chica que entre en el juego de su jefe, ya que tiene mucho dinero y, por tanto, es muy buen partido...¡Y todo esto ocurre en los 15 minutos que pude soportar, sin ser una parodia! Asqueado de lo que estoy viendo, apago la televisión sin poder evitar que me surjan muchas preguntas: al cabo de una semana, se programan tantas horas o más de estos subproductos en comparación con el fútbol, ¿por qué no se protesta por ello también? ¿Cuántas mujeres los ven sin indignarse? ¿Es ésta la imagen de modernidad que quiere transmitir el ente público -dirigido, por cierto, por una mujer-? ¿No va a protestar ningún colectivo de mujeres?-
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