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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿De qué se ríe Álvarez Cascos?

EN TIEMPOS del supuesto pensamiento único todavía quedan rincones donde puede olerse a la derecha más rancia. Uno de esos rincones es el humor. Ni cuentan ni ríen los mismos chistes. Estos días, a los señores del Gobierno se les ha escapado un chiste que desmejora el camuflaje centrista. Todo empezó cuando el responsable de comunicación del Gobierno celebró el 18º aniversario de la Constitución diciendo que a esa edad las mujeres se visten de largo y los ciudadanos empiezan a votar. Una frase que recuerda aquella máxima de Mafalda: "Las mujeres no tienen un papel en la historia, tienen un trapo". Sin darse cuenta, Miguel Ángel Rodríguez obligó a. las ciudadanas de este país a viajar a los remotos y superados tiempos del sufragismo.Pero lo peor vino después. Ante la razonable sublevación de las diputadas de todos los partidos -menos del PP-, el propio vicepresidente del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, remachó la faena guaseándose en pleno Congreso de los Diputados del malestar de las mujeres diputadas.

Cuando el Gobierno ha advertido que alguno de sus ministros ha metido la pata en una declaración lo ha intentado arreglar con más o menos tino. Desde Rato, corrigiéndose a sí mismo sobre el futuro español en la UE después de ver desplomarse la peseta, hasta José María Aznar disculpando, pero admitiendo, el error de su ministro de Defensa sobre la autenticidad de los papeles del Cesid. ¿Por qué esta vez no ha habido, sino todo lo contrario, una rectificación o una disculpa? Pues porque el Gobierno no da importancia a recluir el imaginario femenino entre cacerolas, como en los viejos tiempos. El hecho de que no quiera dar la importancia que se merece al episodio, que encima se lo tome a broma, es un pésimo síntoma sobre el centrismo meramente escenográfico de algunos miembros muy destacados del Gabinete.

El causante del escándalo, Miguel Ángel Rodríguez, dijo ayer que pedía disculpas a quien pudiera sentirse ofendido personal mente. Es decir, el responsable de información del Gobierno no considera que lo que dijo en su momento resulte objetivamente insultante, sino que sólo puede herir a sensibilidades extremas.

Las diputadas de la oposición han pedido el amparo del presidente del Congreso, el popular Federico Trillo. Éste tiene una buena ocasión para cumplir con su obligación de dignificar la Cámara y enmendar un grave error de su partido. De paso, cuanto más pronto lo haga, más pronto aligerará a las diputadas del PP de la terrible incomodidad de tener que reírse de un chiste que a ellas, como mujeres, seguro que tampoco les hace la más mínima gracia, aunque la disciplina del partido obligue al disimulo.

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