Managua ante, su nueva revolución: los nombres de las calles
La capital nicaragüense está dispuesta a acabar con el caos urbano surgido del terremoto de 1972
"¿¡Pero dónde está el centro de Managua!?". El recién llegado conduce lentamente, con un ojo en los baches de la carretera y el otro perdido en busca de un cartel que le ubique. Lleva una hora y media dando vueltas y suda copiosamente. Según el plano, ya debería verse el centro de la capital nicaragüense, pero lo único que hay son inmensos solares cubiertos con vegetación y algún que otro edificio en ruinas. Y se hace tarde para la cita. "¿Por favor, señor, dónde está el centro de Managua?", pregunta con gesto alucinado. Inusitada respuesta: "Ya está usted en él". "Ahh... Mire, busco la Embajada portuguesa". "Sí, claro. Tiene que ir adonde estaba la casa de Cherna Castillo, y de ahí dos cuadras a la montaña, luego cuadra y media abajo y como 25 varas al lago". La sonrisa afable del informante se congela ante los sollozos incontenibles del forastero.Este solía ser, hasta ahora, el penoso comienzo de todo novato que decidía adentrarse por su cuenta en la capital de Nicaragua sin recordar que un brutal terremoto modificó en 4972 no sólo la fisonomía de la ciudad, sino también su sistema de direcciones. El centro urbano, ubicado sobre un terreno muy inestable, se transformó en un inmenso parque. La ciudad creció hacia la periferia. Y la nomenclatura tradicional de las calles fue sustituida por un directorio sui géneris creado poco a poco por los lugareños a partir de referencias familiares.
"El arbolito", "el Inter", "Repuestos la 15" o "la Texaco del Cortijo" se convirtieron en inevitables hitos que se combinan con los puntos cardinales, también pasados por el tamiz local: "arriba" (el este), "abajo" (el oeste); "el lago" (el norte) y "la montaña" (el sur). El colorido sistema se completa con la medición aproximada de las distancias: la cuadra (una manzana) y la vara (menos de un metro, en teoría).
Para mayor desconcierto, los capitalinos aluden con frecuencia a lugares que el terremoto borró del mapa, pero que siguen vivos en la memoria colectiva. "Vaya usted adonde fue el Hospital El Retiro, y de ahí quince cuadras arriba y 400 varas abajo". "Las instalaciones de la Pepsi" (inexistentes) también constituyen una referencia esencial. Lo mismo que la casa de Cherna Castillo. ¿Que quién es? Un prohombre del régimen de Anastasio Somoza que pasó a la posteridad después de que un comando del Frente Sandinista de Liberación Nacional asaltara su vivienda en diciembre de 1974, durante una selecta celebración navideña. Los atribulados invitados, todos de la alta sociedad nicaragüense, fueron canjeados por varios guerrilleros presos, entre ellos el ex presidente Daniel Ortega.
Así las cosas, el viajero inexperto necesitaba una brújula y temple de acero (o en su defecto, un guía local) para moverse por la ciudad y llegar a su destino. En 1992, el entonces alcalde de Managua, Amoldo Alemán (que asumirá la presidencia del país el próximo enero) enarboló la bandera del pragmatismo y encargó a su equipo el diseño de un nuevo sistema de organización de la urbe que, según lo previsto, empezará a aplicarse a partir de enero. "Se partió de un eje de coordenadas formado por una avenida central, la Simón Bolívar, y una calle central", explica Mario Cuadra, director del Catastro del Ayuntamiento de Managua. "La cruz divide a la ciudad en cuatro cuadrantes. Las avenidas van de este a oeste y las calles de norte a sur". Las casas tendrán una numeración de acuerdo a la calle o avenida más cercana. Ahora se acudirá, por ejemplo, a la "1ª Avenida Noreste" o a la "5ª Calle Suroeste".
El sistema sigue el modelo de EE UU, que impera en el resto de Centroamérica y que predominaba en Managua antes de 1972.
"Se pensó en dar nombres a las calles, y de hecho habrá algunos, pero no es algo a lo que estemos acostumbrados", asegura Cuadra. "Después de la revolución de 1979, por ejemplo, los sandinistas llenaron la ciudad con los nombres de sus héroes, pero nunca pegaron. Sólo en los mercados".
El Frente Sandinista, hoy principal partido de oposición, ha puesto el grito en el cielo: Managua, argumentan, perderá su carácter pintoresco. "El sistema será muy propio de nuestra idiosincrasia, pero tiene sus consecuencias", responde el director del Catastro. "Los carteros se vuelven locos, los visitantes se desesperan y la ciudad está creciendo mucho y técnicamente es ya inmanejable".
Junto a la nueva nomenclatura Managua estrenará el año entrante un sistema de códigos postales coordinado con una conformación catastral mucho más precisa. Pero, ¿cómo se impondrá el cartesianismo a la imaginativa mentalidad del nicaragüense? Poco a poco. Las autoridades calculan que tendrán que pasar cuatro o cinco años hasta que la gente se acostumbre. Ya han comenzado los cursos de capacitación para los funcionarios de Correos y las campañas informativas en colegios y medios de comunicación.
Con el país en la quiebra, el verdadero problema radica, como siempre, en los fondos para pagar las señales, los postes, la pintura y los planos. Las autoridades de Managua confían en que alguna empresa, organización o fundación les eche una mano. De momento, ya se han empezado a numerar calles. "Ahora vamos a tener una Quinta Avenida en esta mugre", bromea un capitalino.
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