La guerrilla de Guatemala acepta poner a sus 9.000 hombres a estudiar
La guerrilla guatemalteca está a punto de cambiar el fusil por un título, una azada o unos escaños. A falta de limar los últimos escollos de una negociación mediada por la ONU, el Gobierno y la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) firmarán el jueves en Madrid el acuerdo para la reinserción de 9.000 guerrilleros en la sociedad civil. Es la recta final hacia la paz, que el 29 de diciembre enterrará en Guatemala 36 años de guerra civil. Un total de 3.095 combatientes están a punto de dejar la clandestinidad para reintegrarse como civiles en la sociedad guatemalteca. Su forma de acceder a una vivienda, a la sanidad pública, a la educación y a la tierra son los aspectos concretos de una negociación que tiene su mayor obstáculo en la figura jurídica que se requiere adoptar. Aunque el acuerdo se centra en los combatientes armados, otros 6.000 miembros de la guerrilla encargados de funciones logísticas, desde expertos en comunicación a cocineros de los campamentos, podrán incorporarse a los programas de reinserción en la medida de sus necesidades.
"El objetivo fundamental es colocar a estas personas en posición de ganarse la vida, señaló ayer a este periódico Gustavo Porras, presidente de la Comisión Nacional para la Paz (COPAZ). "Los guerrilleros se inclinan por recibir la capacitación, y hemos elaborado un menú de ofertas de formación para darles una salida inmediata".
Después de esta primera fase de reinserción, la guerrilla se propone convertirse en partido político y concurrir a las elecciones como una fuerza sin apellido ideológico y con el mismo nombre con el que ha combatido: URNG. "Después queremos llegar a alianzas con todas las fuerzas políticas, incluido el Gobierno [conservador], para formar un frente nacional que lleve la democracia a Guatemala", concluía anoche uno de los cuatro comandantes de la guerrilla, Pablo Monsanto.
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