Una policía peculiar espera órdenes
Slobodan Milosevic utilizó en 1991 tanques para disolver protestas callejeras contra su régimen. En esta ocasión ha prometido repetidamente a EE UU no recurrir a la violencia. Pero todos en Serbia temen a la policía paramilitar, una especie de leal guardia pretoriana a la que el presidente podría acudir para vaciar las calles de sus ciudades de manifestantes hostiles. Unos 80.000 hombres, casi tantos como el Ejército, componían el año pasado esta fuerza militarizada y bien entrenada, una proporción que habla por sí sola en un país de diez millones de habitantes.A diferencia de las desacreditadas y semimendicantes Fuerzas Armadas, cuya cosecha de reveses unida a la falta de visión de sus mandos tras la caída del comunismo las colocó a merced de Milosevic, la policía serbia goza de privilegios y está bien pagada y mejor equipada. Su sección militar ha tenido por misión durante años infiltrarse, armar y estimular a los serbios de Croacia y Bosnia. Muchos de sus miembros han combatido clandestinamente y por turnos en estas dos ex repúblicas yugoslavas.
Este suerte de ejército privado, concebido para la lucha interior, ha ido construyéndose cuidadosamente por el Ministerio del Interior. Aunque sólo en 1994 fue fundada una Academia de Policía donde los aceptados tras un filtro cuidadoso reciben durante cuatro años enseñanzas que abarcan desde la logística general hasta las tácticas de unidades acorazadas.
Los expertos describen esta fuerza, cuyos reservistas pueden llegar a 50.000, como una casi perfecta máquina de combate. Sus hombres utilizan rifles de asalto como armamento reglamentario y disponen de chalecos antibalas, completos equipos antidisturbios y un moderno sistema de comunicaciones. Las denominadas unidades de intervención de esta policía peculiar tienen entre su arsenal vehículos blindados, artillería antiaérea de 20 milímetros, morteros de varios calibres e incluso carros de combate. Una policía peculiar espera órdenes
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