Milosevic, dispuesto a ceder las principales alcaldías a la oposición a cambio de calma
ENVIADO ESPECIAL
"Belgrado es el mundo". Así reza la pancarta que encabezaba ayer por las calles de la capital serbia el río humano de protesta que cada día devora un poco más la tierra bajo los pies de Slobodan Milosevic. Desde su habitual semiclandestinidad, el acosado líder serbio intenta ahora, contra reloj, desactivar una crisis que se le ha ido de las manos. Fuentes del Partido Socialista (ex comunista) gobernante sugieren que el presidente, cuya estima cae en picado, estaría dispuesto a perder a manos de la eufórica oposición Belgrado y Nis, la segunda ciudad del país, a cambio de detener la oleada popular que pide su dimisión por el fraude electoral del mes pasado.
Un portavoz de Zajedno (Unidos) ha negado que la crecida coalición opositora, que ahora considera posible el reconocimiento de su triunfo en las urnas, esté negociando con Milosevic una salida a la crisis. Pero responsables socialistas admiten en privado que los pasos hacia atrás dados el jueves por el jefe del Estado van en esa dirección. Con la emisora independiente Radio B-92 de nuevo en el aire, tras su clausura por el Gobierno el martes pasado, y confirmado ayer el cese, disfrazado de dimisión, del ministro de Información, Aleksander Tijanic, Milosevic ha abierto a sus enemigos la puerta del fuerte. Por añadidura, el Tribunal Supremo ha sido invitado a revisar antes del domingo la decisión de otorgar al partido gobernante la victoria en el ayuntamiento de Belgrado tras la manipulación de los comicios del 17 de noviembre.
[La oposición ha formado un "Gobierno democrático y un Consejo de Estado para reemplazar a Milosevic y convocar nuevas elecciones", declaró ayer en la manifestación Vuk Draskovic, uno de los jefes de la oposición, informa France Presse.] Por decimonoveno día consecutivo, una marcha kilométrica de estudiantes y simpatizantes de la oposición, más de cien mil personas, bloqueó el centro de Belgrado mientras desde aceras y ventanas se les aplaudía directamente. La escasa policía se limitaba a abrir paso a la marea humana y a ordenar el caótico tráfico en las calles adyacentes al recorrido ritual. "La honestidad es la mejor política" o "Antes muertos que rojos" eran algunos de los mensajes de los manifestantes.
"Durante seis anos, nos hemos acostumbrado a la derrota; pero, ahora que hemos saboreado la victoria, nunca más volverá a suceder". Son palabras del principal dirigente de Unidos, Zoran Djindjic.
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