La OSCE busca un modelo de seguridad para el siglo XXI que incluya a Rusia

La cumbre de Lisboa de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) ha consagrado lo que un diplomático occidental bautizó como el "realismo discreto". Estados Unidos y la UE, las dos potencias de este foro euroatlántico, sacaron adelante una declaración sobre el modelo de seguridad europea del siglo XXI, que no ofende a Rusia, la potencia en declive. El mandato de renovación del tratado de limitación de armas convencionales y la coexistencia con Rusia son los logros de esta cumbre.

La declaración sobre el modelo de seguridad para la Europa del siglo XXI, que será conocida como la Declaración de Lisboa, recoge, pero deja para el futuro, el diseño de una Carta de Seguridad Europea que abarque, con base, jurídica suficiente, a todos los países del continente. Esta propuesta política, realizada por Francia, es una compensación moral a Rusia que no puede impedir la ampliación hacia el Este de la OTAN."Es importante que Rusia se sienta segura para que pueda contribuir a la seguridad europea", dijo el ministro español de Exteriores, Abel Matutes, que se manifestó "satisfecho" con el documento final del encuentro. Los conflictos del Cáucaso, periferia del antiguo imperio ruso, estuvieron a punto de bloquear el texto.

La renovación del tratado de limitación de armas convencionales, el principal éxito de esta cumbre, responde también a la necesidad de apuntalar el equilibrio militar en el Este y en Centroeuropa, tras la disgregación de la Unión Soviética en múltiples Estados.

Nueva figura

La OSCE, heredera de la antigua Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), que abrió un camino entre los dos bloques para el cambio político en la época de la guerra fría, contará próximamente con una nueva figura: el representante para la libertad de los medios de comunicación. Esta iniciativa de Alemania será aprobada previsiblemente en la reunión de ministros de Exteriores que. se celebrará el próximo año en Copenhague. Su misión será la de ayudar a potenciar en los países del Este la libertad de medios de comunicación, un requisito esencial en el marco de la defensa de los derechos humanos que consagró el acta final de Helsinki, piedra angular que sustenta el edificio de la OSCE.La organización, que agrupa a 53 Estados europeos -con la República Yugoslava suspendida por el conflicto de Bosnia- y a Estados Unidos y Canadá, se ha volcado en los últimos años en la resolución de conflictos en territorios situados en el antiguo bloque socialista, principalmente en la antigua Yugoslavia y en la Unión Soviética.

La Declaración de Lisboa recoge, en este sentido, un apoyo explícito a los acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra en Bosnia-Herzegovina, y confirma el mandato para supervisar las elecciones municipales que tendrán lugar el año próximo en esa república ex yugoslava. El documento recoge también las esperanzas de la organización sobre la pronta reanudación de la misión de la OSCE en Kosovo, Sandjak y Voivodina.