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¿Era necesario Mas Canosa?

Dicen los más avezados que en política se presentan muchas ocasiones inevitables donde sólo es dado elegir entre inconvenientes. Sobre esa base sorprende la determinación de algunos para encaminarse por derecho hacia el error gratuito. ¿De verdad, Guillermo Gortázar, era necesario que los altos dirigentes del gobierno del PP dieran la vuelta al ruedo ibérico como valedores de Jorge Mas Canosa? ¿Era ésta la única forma de corresponder a las facilidades aeronáuticas brindadas por el susodicho sobre cielos americanos? ¿Quién considera a Jorge Mas Canosa como la piedra filosofal para democratizar Cuba? ¿Es que hasta el reciente fichaje de Jorge Mas Canosa los españoles hemos estado ayunos de cuanto sucedía en la Isla Grande?¿Es que ahora ha tenido que venir de Miami Mas Canosa para ponernos al día de la situación política en que se encuentran los cubanos? ¿Es que los denuestos y las amenazas de Mas Canosa a las empresas españolas que han invertido en Cuba forman parte de la ambientación para conseguir después contribuciones adecuadas para la Fundación Hispano Cubana? ¿Tendrán que acabar los inversores españoles acogidos a la protección que se dispone a brindarles una Fundación de nombre tan sucursalista? ¿Era imprescindible poner en las manos de este nuevo Jordi las relaciones o las rupturas que el gobierno Aznar quiera reservar al actual régimen de La Habana?

Desde antes del cierre por cuatro meses del diario Madrid, hace ahora 28 años, conozco aquí algunos que han tenido clamorosas diferencias con Manuel Fraga pero, incluso estos discrepantes repudian a Mas Canosa en su osado intento de descalificar la ejecutoria del presidente fundador del PP. Por cierto, ¿dónde estaban estos días atrás los leales de Fraga que han dejado sin réplica la insolencia del emisario de Miami? ¿Es que en adelante vamos a entregar a Jorge Mas Canosa la capacidad de extender o retirar patentes de demócrata en nuestro país? ¿Es que ahora Canosa va a enseñar a los diplomáticos españoles acreditados en La Habana a relacionarse con la oposición al régimen cubano?¿Qué otra cosa ha hecho, por no remontarnos más atras, el embajador saliente Eudaldo Mirapeix con extraordinario pulso hasta el último día de su permanencia en el puesto? ¿Y qué cosa distinta intentará el colega que va a tomar su relevo, José Coderch, asesor acompañante en 1979 del centrista Adolfo Suárez durante la primera y única visita oficial de un presidente de Gobierno de España a La Habana?

¿Terminará el indeseado Mas Canosa por convertirnos, como reacción a su provocadora insolencia, en afines a un régimen como el de Fidel Castro con el que tantas diferencias mantenemos, al que tantas censuras detestables hemos señalado en el campo de los derechos humanos y en el de las libertades públicas? ¿Acabaremos invirtiendo el argumento de Miguel Ángel Rodríguez y propugnando para Cuba un nivel de exigencia inferior al del reino de Marruecos? Aclaremos que ese proceder equivaldría a tratar a los de nuestra estirpe con deshonor. Al régimen cubano hay que exigirle lo mismo que al nuestro. Los cubanos merecen las mismas libertades que nosostros y no podemos aceptar para ellos nada inferior. Así fue también hace un siglo, cuando Washington quiso comprar la isla a España y España prefirió una guerra desigual que sabía perdida de antemano pero de la que nacería una nueva nación libre.

LLegados a este punto, se impone leer el volumen Cuba despierta, editado por la Compañía Literaria, donde se trancribe el último debate en libertad celebrado hace un año en La Habana por la Asociación de Periodistas Europeos bajo el título "Cuba y la UE". En aquellas jornadas Gortázar anticipó lo que ahora predica Canosa. Entonces, al discurso radical del diputado del PP le faltó para el éxito deseado que los compañeros de la seguridad cubana procedieran a expulsarle. Porque ya se sabe que sólo en los países donde pervive alguna libertad puede negarse de modo absoluto su existencia. En todo caso, ¿llegará a tiempo Abella, el nuevo embajador de España en la Santa Sede, procedente del consulado en Miami, para advertir al sucesor de Pedro del error hacia el que camina con su proyecta do viaje a La Habana? ¿Evitará así nuestro jefe de misión que se desencadenen las iras periodísticas de Luis María Anson en Abc? La solución, el próximo martes.

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