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GENTE

AMORES QUE MATAN

Incluso en los países aconfesionales hay ocasiones en las que al Estado no le queda más remedio que inmiscuirse en las cuestiones eclesiásticas. En la ciudad holandesa de Groninga, ayer, un juez advirtió a una parroquiana que no se le ocurra acercarse a la iglesia ni al cura Frans Kramer en al menos dos años. Al parecer, la ciudadana en cuestión había acudido meses atrás a la iglesia en busca de ayuda para librarse de su alcoholemia, y quedó perdidamente enamorada del buen hombre, que tiene cerca de setenta años. Desde entonces, Kramer no ha vivido en paz. La mujer se dedicó a seguirle día y noche, a escribirle cartas y a llamarle por teléfono, ora declarándole su amor, ora amenazándole. Después de montarle un tremendo numerito al pie mismo del altar y de blandir un cuchillo mientras Kramer oficiaba una misa, el asunto adquirió cotas tan desproporcionadas que el sacerdote se vio en la necesidad de pedir ayuda al juzgado.-

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