Red de redes
LA NUEVA edición del SIMO (Feria Internacional de Informática, Multimedia y Comunicaciones, en siglas inglesas) que hoy se clausura en Madrid ha puesto de manifiesto las enormes posibilidades de intercomunicacíón personal que abren los nuevos medios. Es especialmente significativa la presencia, y el tirón popular, de Internet, la red de redes que ha conseguido atrapar en su malla a milones de, personas y muy especialmente a los jóvenes. Es posible que este nuevo medio no suponga una revolución del calibre de las propiciadas por la invención y difusión de la imprenta, la radio o el teléfono, pero, tampoco es una moda pasajera. El atractivo que Internet parece despertar en sectores sociales muy extensos es su aparente falta de límites, ya sean geográficos, ya sea en la cantidad y variedad de contenidos, educativos, informativos, profesionales o de entretenimiento, así como la posibilidad de interactuar con otros visitantes de la red. Es la interactividad, que permite a cualquiera ser receptor al tiempo que emisor de contenidos, con una rapidez y unas potencialidades muy superiores a las de los medios convencionales, que son de alcance muy limitado, o bien relegan al usuario al papel de consumidor pasivo. Y ello a pesar de los frecuentes atascos en las líneas telefónicas, de los tiempos de conexión, especialmente largos para acceder a lugares con contenido multimedia, o de la irrelevancia e ínfima calidad de muchas de sus páginas, limitaciones propias de un medio que acaba de surgir.
Y como ha ocurrido en el pasado, la emergencia de nuevas posibilidades, con un impacto público imprevisto, ha generado preocupaciones ya conocidas, unas veces inocentes y otras espurias, algunas más razonables que otras, acerca de su utilización con fines ilegítimos: para difundir ideas de corte racista, pornográfico o violento, por ejemplo. En definitiva, un nuevo episodio de la reflexión acerca de la libertad de expresión y de libre comunicación de las ideas y su colisión con otros valores y derechos. El horizonte abierto por los nuevos medios es de una notable amplitud, y enormes sus posibilidades de utilización racional; y al tiempo, puede convertirse en terreno propicio para burlar la ley o para exhibir toda la estupidez o la malevolencia humanas, ya inventadas y perfeccionadas mucho antes de que existiera Internet. El debate que se abre no es nuevo en lo sustancial, aunque sí en sus detalles. Lo deseable es que se aborde sin histerismos ni pánicos injustificados, procurando preservar las posibilidades que nos proporcionan las nuevas tecnologías de la información mientras se dificulta el uso impropio de las mismas.-
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