Victor en el infierno
A su espalda brillan los sables, cuando no las hachas. Hay quien bien le quiere y le aconseja que diga adiós, que apenas quedan batallas que ganar. A Víctor Fernández no le consuela ni la historia, ésa que le ha buscado un hueco entre los inolvidables del Zaragoza. Lo suyo es un infierno, un suplicio en el que no encuentra más agarradera que la memoria de los agradecidos. A nadie sorprendería que cayera. Esta semana, la siguiente. Da igual. Cuando el fracaso deportivo se vicia de polémica (los árbitros, la chufla del público supuestamente amigo, los problemas con Pardeza, con Nayim ... ) poco queda por hacer. Porque de nada le va a servir a Víctor mirar la sala de trofeos, que ha crecido horrores desde que él, hace cinco años, se sentó en el banquillo. Fantasmas en La Romareda. Ocurre que la psicosis se ha adueñado de La Romareda. Se ven allí faltas, penalties, injusti cia, persecución, el mundo contra el Zaragoza. Ayer se protestó todo lo protestable. Manos de Donato en el primer gol del Deportivo; manos de Mauro Silva dentro del área; manos de Naybet; manos del recogepelotas. Hubo gritos contra el palco, el banquillo, Belsué, Juanmi, el árbitro... El paraíso del silbido.
La caducidad de Brzic. Entre los espectadores que acudieron a Anoeta se vio a Víctor Espárrago. Está en paro el hombre y siempre es bueno ver fútbol. Todo sería inocente si no fuera porque a Brzic, entrenador del Hércules, se le busca relevo con urgencia. Dijo Aniceto Benito, el presidente, que los entrenadores son como los yogures, que tienen fecha de caducidad. Así que si a la derrota del Hércules y al desempleo en el que vive Espárrago se le añade que Brzic, al parecer, ha caducado, pues asunto concluido.
El Sevilla, empeñado en Bebeto. El Sevilla no cede en su empeño. Su presidente, González de Caldas, ha viajado a Brasil para traerse ya mismo a Bebeto, que diciembre está a la vuelta de la esquina. Y difícilmente podría encontrar mejor aliada que la mujer del jugador, harta de la samba, nostálgica de todo aquello que dejó en España. Pero ella, por sí sola, no va a convencer al Flamengo. Por si las negociaciones no fueran de por sí desesperantes, el Sevilla acaba de saber que' también el Deportivo va a sacar tajada, aunque sólo sean 60 milloncejos.
El mundo al revés. Es injusto. Legal, pero injusto. El espíritu de la norma no tiene cabida en el fútbol. Se castiga porque sí, sin atenuantes, sin valorar el daño la trascendencia del delito. Jugadores como Sabas u Onésimo, acostumbrados a salir heridos a cada instante del avispero del área, se fueron a la ducha antes de tiempo por encaramarse a la valla el uno, tremenda insolencia, y por hablar alto el otro, desconsiderado él, que dirían losacadémicos del silbato., A quienes imponen el reglamento les traen a mal traer estas cosas. Lo que importa es que alguien se quite una camiseta, se agarre a una valla o estornude sin pedir perdón, acciones, sin duda, preñadas de violencia.
Espanyol y Rayo, almas gemelas. Parecen hechos del mismo molde. Lo demuestran las cifras. Tienen los mismos puntos, 15; han ganado, empatado y perdido los mismos partidos; han encajado los mismos goles, 14. Ayer se enfrentaban. Empataron, por supuesto. A cero, por supuesto. Espanyol y Rayo van de la mano. Se gustan, se imitan. Si uno fuera campeón, ¿qué haría el otro?
Caminero, claro que sí. Sin él nada era igual. Ni el Atlético, ni la Liga. El último partido que los de Antic ganaron en casa, en la quinta jornada, le vio celebrar un gol. Desde entonces, en el Calderón, sólo se vieron tinieblas, la luz negra del fracaso. Ayer volvió Caminero. Y ganó el Atlético. El fútbol español, el de las estrellas, el del no va más, le necesita. Como necesita a Guerrero, que lleva cuatro jornadas marcando. Por fin y para siempre.
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