Once mil personas evocan el Madrid romántico en una caminata de ocho kilómetros
Once mil personas dieron ayer un paseo delicioso por el antiguo Madrid. Un viaje, cultural y deportivo, para descubrir misterios, leyendas y anécdotas del pasado de la ciudad. Durante el recorrido de ocho kilómetros, los andarines encontraron la memoria de Madrid en grandes paneles situados en lugares emblemáticos de la antigua villa. La ilustre prueba, bautizada como Walk Reebok, también pretendía activar el corazón de los madrileños.
Los versados andarines, con paso enérgico y firme por las aceras, iluminaron la ciudad en un domingo espléndido. La hermosa caminata arrancó al mediodía frente al parque del Retiro. Los organizadores, la empresa Last Lap, agruparon a la multitud en cuatro pelotones para evitar masificaciones en el recorrido. A las doce y media aún seguían saliendo personas.Todos los participantes lucían una gorra blanca y llevaban en sus manos un dibujo del ilustre recorrido. El equipo de bicicetas de montaña Coronas guiaba las primeras pisadas con ayuda de indicativos y de un centenar de voluntarios desplegados en cada cruce. Un sorprendido conductor preguntaba, incrédulo: "¿Qué pasa?" "Es un paseo por la ciudad", le respondían.
En la Puerta de Alcalá los caminantes se toparon con un primer gran cartel que repasaba la historia de la ciudad. "En las proximidades de esta plaza estuvo situada la primera plaza de toros fija de Madrid", rezaba el gran letrero. Y más adelante descubrían que la reina Isabel II mandó talar los olivos en la vieja Cañada Real de Alcalá para evitar el refugio de maleantes.
Los paseantes se sumergieron en el sublime Madrid de los Austrias. "Los anales de Madrid que no conocíamos son maravillosos", explicó Fabio, un conductor que acudió con su mujer, su hijo de un año subido en el carrito y varios amigos. Alejandro, ingeniero, y Francisco, farmacéutico, se asombraron al averiguar que un clérigo fue testigo de su propio entierro. "Es que la iglesia le enterró por su vida frívola", comprobaron los participantes.
A mitad del recorrido los organizadores dispusieron una zona de avituallamiento. Sin embargo, muchos de los andarines portaban mochilas con bidones o cantimploras. A las dos horas de la salida llegaban los primeros caminantes. "Es una idea maravillosa este paseo", repetían Susana, Ana y Benjamín, que, al cruzar el umbral de la meta, se fotografiaban sonrientes. Al llegar, los participantes contaban los testimonios más destacados del recorrido. "A mí me ha sorprendido el que Neptuno apareciera en los años cuarenta con un cartel que decía, o me dáis de comer o me quitáis el tenedor". Y a Elena le llamó la atención saber que un ramo de flores salvó la vida a Alfonso XIII". Todos acababan felices por el ameno paseo. Enriquecidos de conocimientos y con el organismo fortalecido por el mejor ejercicio físico: caminar.
Los más rezagados cruzaron la meta en tres horas. Entre todos los que acaban se sortearon 25 pares de zapatillas Reebok. A Pedro Juan del Río la fortuna le concedió un par: "Lo mejor no es lo que he aprendido, sino que me ha tocado algo", bromeaba.
Fernando Portugal, promotor del paseo, sonreía al término de la prueba en la carpa de la revista Aire Libre: "Ha sido un éxito", enjuiciaba. "Familias enteras han recorrido la ciudad con respeto y sin causar problemas", resumía. Un médico añadió: "Caminar es salud".
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