_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España y la geometría

LA CONSTRUCCIÓN europea no puede avanzar al ritmo del que tiene el pie puesto en el freno. Las perspectivas de una unión más diversificada en su composición tras las próximas ampliaciones, y de una reforma mínima del Tratado de Maastricht en la Conferencia Intergubernamental en curso., lo desaconsejan. Hasta ahí resulta impecable, la lógica que pide que los que quieren avanzar más en el camino de la integración puedan hacerlo sin esperar a los reticentes ni -lo que es más delicado- a los rezagados. Es la, "cooperacion reforzada" por la que aboga el reciente documento franco-alemán. Pero si se acepta esta lógica sin prestar suficiente atención a la letra pequeña, los peligros que se abren para un país como España son grandes. Hay mucho en juego en este tema, uno de los más centrales de la Conferencia.La posibilidad de que unos países de la Unión Europea vayan más allá que los otros en su integración -llámese geometría variable, cooperación reforzada o integración diferenciada- es algo que se contempla -en el propio Tratado fundacional de Roma (la llamada "cláusula Benelux"), y después de Maastricht es y a principio aceptado en el terreno de la política social (excepción británica), de las fronteras (acuerdo de Schengen), de la cooperación tecnológica (programa Eureka), de la seguridad (UEO). E incluso en el monetario, aunque en este último caso todo cambio en las reglas del juego debe aprobarse por-unanimidad.

El reciente documento suscrito por los titulares de Asuntos Exteriores de Francia y Alemania pretende ir mucho más allá. Aunque no se trata de una posición cerrada en todos sus detalles, sí sugiere el establecimiento de una "cláusula general" y otras particulares que faciliten este avance por parte de una vanguardia europea. De hecho, entre los Quince no se pone en cuestión esta posibilidad para los asuntos de Justicia e Interior (el llamado "tercer pilar" del Tratado de Maastricht). Una mayor flexibilidad en materia de política exterior y de seguridad común tampoco es descartable, aunque los países pequeños -cuyo número crecerá con las ampliaciones previstas- temen la creación de un "directorio" de los grandes.

El problema está en las políticas comunes consustanciales a la Unión. La posibilidad de una vanguardia que avance con la renuncia a la unanimidad -es decir, al veto- en esos terrenos de mayor integración podría resultar insoportablemente dura para un país como España, pues podrían cambiar las reglas del juego. Si no fuera obligatoria la unanimidad para completar algunos aspectos de la, Unión Monetaria, las condiciones del llamado Pacto de Estabilidad que obligará a limitar al máximo los déficit públicos una vez se cree el euro podrían resultar aún más duras de lo que van a ser. Existe el peligro de que los que más avancen tiren en exceso y rompan el resto del convoy.

Por ello, parece razonable que si se acepta esta lógica España pida al menos garantías sobre un tronco común que incluya el mercado interior y sus cuatro libertades (de circulación de personas, mercancías, capitales y servicios), las políticas comunes de agricultura, pesca, transporte y competencia, pero -también de medio ambiente y asuntos sociales, la indivisibilidad de la ciudadanía europea y el mantenimiento de las reglas del juego para la unión monetaria.

Más allá de lo jurídico, no se puede pasar por alto la financiación de estas políticas, cuestión que tambiéndelbe abordarse en cualquier esquema de geometría variable. A lo que hay que añadir la necesidad de tender puentes a los rezagados para que puedan recuperar el terreno perdido.

Finalmente, es necesario preservar el marco instituciónal único de la UE, incluso en esos casos. El documento franco-alemán, al apuntar la posibilidad de quitar voz y voto en el Consejo de Ministros a los países no. participantes en las acciones de vanguardia, rompe el espíritu de Maastricht.

Dicho esto, es éste un debate ineludible en el que debe ahora entrar la Conferencia. Más aún cuando cada vez parece más claro que esta Conferencia puede parir un ratón; y que después no habrá nuevos partos, sino ensanchamientos geográficos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_