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El Gobierno cubano ahoga la iniciativa privada

El 10% de los trabajadores por cuenta propia han devuelto su licencia este año debido a los impuestos y restricciones

El desarrollo de la iniciativa privada en Cuba tendrá que esperar. Tres años después de su aprobación, el trabajo por cuenta propia languidece a lo largo y ancho de la isla, mientras crecen las trabas burocráticas, los impuestos y las medidas restrictivas con' que las autoridades tratan de evitar que los cuentapropistas se hagan "ricos" y se establezcan como una "nueva clase social". En lo que va de año, más de 20.000 cubanos, el 101/6 del total de los trabajadores particulares, han devuelto su licencia al Estado. Otros se han convertido en auténticos lazarillos del socialismo para que sus, negocios sobrevivanEl trabajo por cuenta propia alcanzó su máximo apogeo en diciembre de 1995: 208..500 personas. Hoy, la cifra de cubanos inscritos como cuentapropistas no supera los 186.000. Las causas de esta contracción son varias. Según los trabajadores privados, las principales son el aumento de los impuestos, la renuencia y retraso de los gobiernos locales para conceder nuevas licencias y el incremento de las limitaciones impuestas a las principales actividades autorizadas.

Para el Gobierno, lo sucedido no responde al acoso oficial, sino a la "quiebra natural" de algunos negocios y al "reacomodo normal" de esta actividad. Los dirigentes comunistas aseguran que el trabajo por cuenta propia Ilegó para quedarse", pero dicen que éste es un momento de "consolidar y organizar lo ya hecho". Para ello, en estos momentos se realiza a nivel nacional un proceso de reinscripción de todos los cuenta propistas, que a partir de ahora de berán pagar los nuevos impuestos incrementados.

Jesús, un hombre de 60 años que vende libros viejos en la plaza de Armas, lo ve de otra forma. "El Gobierno dira lo que quiera, pero lo que están haciendo con nosotros es una guerra de desgaste", afirma. Cuatro días a la semana, él se instala frente al palacio de los Capitanes Generales, un espacio mágico y colonial donde cada mañana se reúnen medio centenar de libreros para buscarse la vida con los turistas.

Jesús se queja, en primer lugar, de los impuestos. Hasta hace poco, los que trabajan aquí debían pagar 100 pesos al mes, más 60 pesos y un dólar diarios por instalar la tarima (el salario mensual de un médico en Cuba es de 400 pesos, y el cambio real del peso al dólar (128 pesetas) es de 18 por uno) 'Después de la última subida gene ral de los impuestos para los cuentapropistas, que entró en vigor en agosto, hoy los libreros de la plaza de Armas deben pagar 22 dólares al mes, además de los tributos anteriores.

Que nadie gane dinero

"El problema es que aquí no quieren dejar que nadie gane dinero, ni por procedimientos ilegales ni le gales", opina Jesús. Muchos de sus compañeros piensan lo mismo Jorge vende ejemplares de las revistas Social y Carteles de antes de la revolución, y cree que en realidad el Gobierno no desea el traba jo por cuenta propia. "Para no te ner que prohibirlo abiertamente, nos acosa con impuestos, restricciones y multas".

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Jorge pone un ejemplo. "A nosotros no nos dejan vender ni sellos, ni postales antiguas, ni fotos del Che. Eso para los libreros' es un a mercancía clandestina, pero ellos sí la pueden vender en las tiendas del Estado". Bastante cabreado, cuenta. que, hace unos días, un inspector le puso 1.200 pesos de multa por dejar a un sobrino vendiendo en el puesto mientras él iba a comer, pues, segun la ley, sólo puede vender la mercancía el titular de la licencia. Nadie más.

A 200 metros de allí, cerca de la fuente de mojitos que es la Bodeguita de Enmedio, en la plaza de la Catedral, decenas de artesanos también se explayan. "El Estado no nos da ni vende ningún mate rial. Hay que pagarles un impuesto por nada, y encima te obligan a que seas tú mismo el que trabaje y vendas al mismo tiempo en la plaza. Es algo imposible, no somos pulpos". Quien habla así es Yordanka, una mulata exuberante. Ella vende cerámica, y para pagar menos se ha sacado la licencia en un pueblo de la provincia de La Habana, donde el impuesto es menor. "Aquí hay que inventar. Todo el día hay que cometer ilegalidades, porque todo es ilegal. Desde comprar materia prima hasta contratar gente que te ayude en la producción o que te venda la mercancía

José, su vecino, tiene otra teoría. Según este ex profesor de historia, el origen de todo el problema de las autoridades con la iniciativa privada no es económico, sino que se trata de una cuestión política y psicológica. "El- Estado tiene con nosotros el síndrome de la margarita. Constantemente está: 'Te quiero. No te quiero. Te quiero. No te quiero'. De ahí todos estos avatares y pasos adelante y atrás".

La teoría de José es compartida por algunos economistas y diplomáticos. Por un lado, el trabajo por cuenta propia es una necesidad en un país en el que el Estado ya no posee recursos para satisfacer las necesidades básicas de 11 millones de habitantes y donde el 7% de los 3,6 millones de personas que trabajan en el sector estatal está en paro. Por otro, reconocer que un hombre emprendedor y desvinculado del Estado puede ganar al día más que un médico en un mes vendiendo pan con lechón o trabajando en un taxi hace temblar el sistema. Su efecto es más destructivo que cualquier bomba.

Estos sentimientos encontrados se traducen en la práctica en regulaciones y medidas chocantes y surrealistas. Algunas son conocidas, como las que pesan sobre los paladares, los restaurantes privados. Si 13 amigos quieren celebrar juntos una cena, no podrán hacer lo en un restaurante privado, por que el límite máximo de capacidad que permite el Estado son 12 sillas.

Los lazarillos del socialismo

De los 186.000 trabajadores por cuenta propia que hay en Cuba, unos 13.000 son taxistas; 8.000, carpinteros, y cerca de 54.000 poseen licencia para "elaborar y vender alinientos". De ellos, 2.000 son dueños de los famosos paladares, de los cuales, más de la mitad están en La Habana.Por ser el negocio privado que más dinero deja, es el que más presión ha tenido, y sobre todo en barrios habaneros como el Vedado o Miramar, donde los clientes son, en su mayoría turistas. En éstos lugares, si los dueños venden sus productos en dólares, deben pagar el impuesto en dólares. Antes, éste era de 1.000 pesos y 400 dólares al mes para quien comercializaba sus productos en dólares, pero desde agosto, este impuesto subió: ahora deben pagar mensualmente 1.000 pesos, 375 dólares y 75 dólares por cada ayuda familiar" -ya que no se permite la contratación de mano de obra asalariada-, que como mínimo debe ser uno o dos.

La respuesta no se ha hecho esperar. Una buena parte ya ha entregado la licencia en dólares, y ahora cobra en pesos. Lo que hacen es multiplicar el precio anterior de la comida por 18, que es el valor real del peso en la calle. Ahora simplemente pagan 1.000 pesos al mes y 75 pesos más por cada ayuda familiar.

Hace algunos meses" el Estado sacó unos carritos a la calle para hacer competencia a los negocios privados. Estos venden cerveza a 12 pesos y refresco a ocho. Pero como este precio es mas barato que el de la tienda de dólares, muchos dueños de paladares han ideado un nuevo negocio: les pagan un peso más a los vendedores de los carritos por cada lata. Algunos tienen cola de carritos en la puerta de su paladar para ofrecerles lo que deseen.

De la misma forma, los taxistas compran la gasolina a ocho pesos el litro en el mercado negro (cuando en los diplogarajes su precio es de 90 centavos de dólar, 16 pesos al cambio), y los carpinteros y albañiles, a quienes el Estado no vende apenas materiales, entran en los edificios semiderruidos o abandonados a procurarse los ladrillos y maderas que necesitan para trabajar. El Estado ya ha advertido que esto es peligroso, porque ha habido derrumbes.

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